Draghi canta victoria en su batalla contra la deflación y el euro sube
El BCE eleva sus previsiones de crecimiento e inflación, pero mantiene el paso
Nunca se ha caracterizado por la rapidez y el momento actual no es una excepción. El Banco Central Europeo (BCE), que empezó a comprar bonos en marzo del 2015 y bajó los tipos de interés de la eurozona al 0% justo hace un año, esperará a tenerlo muy claro antes de dar un giro a su política monetaria, por mucho que suba la inflación o aumente la presión para que saque sus manos del mercado. En su reunión de ayer en Frankfurt, a apenas una semana de que la Reserva Federal incremente de nuevo (o no) los tipos de interés, el BCE lo dejó todo igual. O casi.
Mario Draghi, presidente de la institución, explicó en la habitual rueda de prensa que no es el momento de retirar los fuertes estímulos –los tipos a cero o la compra de bonos– pero que, al menos, ya descarta usar todo el arsenal disponible. Por ejemplo, el BCE no discutió ayer la opción de realizar nuevas subastas de liquidez para los bancos, lo que implica que la que tendrá lugar el 23 de marzo es la última que está ahora mismo en la agenda. El BCE no ve la situación lo suficientemente bien como para bajar la guardia, pero ya cree tener los riesgos un poco más controlados que hace unos meses. Es un primer paso hacia la normalización.
“El consejo de gobierno espera que los tipos de interés oficiales del BCE se mantengan en los niveles actuales, o en niveles inferiores, durante un período prolongado que superará con creces el horizonte de sus compras netas de activos”, dijo el banquero italiano, siempre cauto y midiendo cada palabra. En un año en el que se empezará a negociar oficialmente el Brexit y se producirán diversas citas electorales clave en Europa, el BCE considera que no es el momento de bajar la guardia: “Nuestras medidas de política monetaria continúan preservando las muy favorables condiciones de financiación necesarias para alcanzar el objetivo de inflación”, insistió Draghi.
Pese a que los precios en la eurozona crecen ya a un ritmo interanual del 2%, si se descuenta la aportación de la energía y los alimentos no elaborados, solo está alrededor del 1%, muy lejos del objetivo del BCE de algo menos del 2%. Precisamente ayer se revisaron al alza las previsiones sobre la evolución del PIB y la inflación para este año y las dos siguientes. Ahora el BCE espera que el 2017 acabe con los precios subiendo al 1,7%, frente al 1,3% de la previsión anterior de diciembre; y que suban un 1,6% en el 2018 y no el 1,5% que había vaticinado anteriormente.
Con estos datos podría parecer que ya está todo hecho, pero no. “Las presiones sobre la inflación subyacente siguen estando contenidas, limitadas”, aclaró enseguida Mario Draghi. Que nadie sueñe con una retirada prematura del plan de compra de bonos que debe concluir en diciembre o con alzas de tipos más pronto de lo esperado. No subirán, pero tampoco bajarán más. “La probabilidad de una expectativa de una bajada de tipos de interés ha disminuido”, aclaró Draghi. Estas palabras, junto con el resto del discurso más optimista del presidente del BCE, sirvieron para impulsar la cotización del euro.
Aunque persisten las incertidumbres, el regulador mejora el pronóstico para el 2017 Tras la reunión del BCE, la próxima semana le llega el turno a la Reserva Federal
Por otro lado, el banquero italiano advirtió de que “sin mercado único no hay Unión Europea”, por lo que ha subrayado el carácter “irrevocable” del euro, “que está aquí para quedarse”, por lo que Draghi considera que la cuestión “más productiva” sería preguntarse cómo mejorar el funcionamiento de la moneda única. El presidente del BCE volvió ayer a salir al paso de las críticas vertidas contra Alemania, a la que desde Estados Unidos se ha acusado de manipular el cambio del euro, recordando que las propias autoridades estadounidenses han reconocido que el país germano no manipula la moneda. Tras el BCE, ahora la atención de los mercados pasa al otro lado del Atlántico. Es el turno de la Fed.