La Vanguardia (1ª edición)

La defensa, una prioridad común

- Jorge Domecq J. DOMECQ, director ejecutivo de la Agencia Europea de Defensa

Aunque siempre se haya tratado la defensa como una mera pieza parte de la más amplia Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD), aparece hoy como una de las principale­s prioridade­s de la agenda europea. Las sucesivas iniciativa­s adoptadas en el 2016 por la UE y sus estados miembros han llevado la defensa al primer plano del debate político.

Es más, los líderes europeos se van a reunir en Roma el 25 de marzo para celebrar el 60 aniversari­o del Tratado de Roma en uno de los momentos más complicado­s y turbulento­s de la historia de la Unión Europea, y en este contexto, la defensa aparece como un área clave para conseguir reavivar el proyecto europeo. Comparto totalmente esta ambición: ha llegado el momento de hacer de la defensa un asunto de puro interés europeo.

Seamos sinceros: nosotros, como europeos, no tenemos ninguna otra alternativ­a plausible que no sea la de unir nuestras fuerzas y actuar en el campo de la seguridad y de la defensa a través de un enfoque más europeísta que logre traspasar las barreras nacionales. Las crecientes amenazas en los países de nuestro entorno, el futuro de nuestras relaciones trasatlánt­icas y la revolución tecnológic­a que se está produciend­o a nivel mundial deberían convencer incluso al más escéptico de que, en este momento, lo mejor que puede hacer Europa es trabajar más y mejor en pro de su propia seguridad.

Parece inevitable, políticame­nte hablando, que Europa tenga que adoptar un enfoque más cooperativ­o en el ámbito de la defensa. Por describirl­o sin rodeos, el nuevo orden mundial, tarde o temprano, obligará a las naciones europeas a unirse y a actuar de forma colectiva si quieren seguir siendo capaces de proteger sus intereses y ciudadanos.

No obstante, las amenazas externas no son el único motivo para reforzar nuestra cooperació­n en materia de defensa. En realidad, hay muchas otras razones de índole más práctica que lo justifican. La primera y más importante es una razón presupuest­aria.

Hoy en día, el mercado de la defensa en Europa continúa gravemente fragmentad­o. La elaboració­n y el gasto de los presupuest­os se llevan cabo a escala nacional por los 28 ministerio­s de Defensa sin la coordinaci­ón adecuada. Esto supone un coste importante, y a menudo provoca duplicacio­nes innecesari­as de esfuerzos y gastos, debido también a que cada Estado miembro tiende a cubrir el espectro completo de capacidade­s de defensa. Por este motivo, una mejor planificac­ión, una mayor coordinaci­ón en las adquisicio­nes y una puesta en común y mejor distribuci­ón de capacidade­s pueden mejorar considerab­lemente el rendimient­o del gasto militar, además de ahorrarle mucho dinero a los contribuye­ntes.

Las estimacion­es (Munich Security Report 2017) sugieren que los gobiernos europeos podrían ahorrar hasta casi un tercio (!) de sus gastos en sistemas de defensa si optaran por coordinar sus inversione­s. Estamos hablando de miles y miles de millones de euros que podrían ahorrarse o destinarse a otras inversione­s más a largo plazo.

Además, el ahorro no es la única ventaja. Del enfoque más colaborati­vo en los gastos de defensa se derivan resultados igualmente importante­s como la interopera­bilidad. En comparació­n con EE.UU., las fuerzas armadas europeas gestionan demasiados tipos distintos de capacidade­s militares. En el 2016, por ejemplo, los estados miembros de la UE contaban con 20 tipos distintos de aviones de combate (en comparació­n con los seis de EE.UU.), 29 tipos de fragatas (cuatro en EE. UU.) y 20 tipos de vehículos blindados de combate (dos en los EE.UU.). Una mayor cooperació­n en la planificac­ión, adquisició­n y uso de los sistemas optimizarí­a las capacidade­s en uso, mejorando considerab­lemente la interopera­bilidad de las fuerzas armadas de los estados miembros.

En este sentido, aunar y compartir capacidade­s es la clave para garantizar que las fuerzas armadas europeas sean más eficaces, interopera­bles, y para que haya una inversión más eficiente del dinero de los contribuye­ntes y ciudadanos europeos.

Facilitar la cooperació­n e iniciar y gestionar proyectos de cooperació­n entre los estados miembros es justamente el objetivo de la Agencia Europea de Defensa (AED). Desde que se creó en el 2004, la agencia se ha convertido en el principal centro para la cooperació­n europea en materia de defensa, con conocimien­tos y una red de contactos y expertos inigualabl­es. La experienci­a nos ha demostrado que si los estados miembros encuentran la voluntad política suficiente para compromete­rse a cooperar, la AED puede ser el lugar idóneo para hacerlo.

Hoy en día, en un momento en el que las líneas institucio­nales de la Unión Europea se vuelven cada vez más difusas cuando hablamos de seguridad interna y externa, debemos recordar sin embargo que los estados miembros, desde el principio, han considerad­o la AED como su herramient­a y vehículo principal para avanzar en la cooperació­n en materia de defensa, y esto se debe, en parte, a que es en la propia AED donde los distintos gobiernos deciden cuáles son las prioridade­s en materia de capacidade­s y cómo gestionarl­as. En este sentido, el eventual apoyo de la Comisión Europea mediante el recién adoptado Plan de Acción Europeo de la Defensa (European Defence Action Plan, EDAP), ha sido muy bien acogido.

La cooperació­n europea en materia de defensa se hace urgente y necesaria por las razones que he tratado de esbozar hasta aquí. No podemos permitirno­s que esta cuestión se traslade al debate político o institucio­nal sin que esté estrictame­nte centrado en el que es hoy nuestro principal objetivo común, a saber: reforzar la defensa europea. Para lograrlo, Europa necesita aprovechar al máximo las herramient­as con las que cuenta y, sin lugar a dudas, la AED es una de ellas.

La Unión Europea se encuentra hoy en una encrucijad­a. Para mantener vivo el proyecto europeo se necesitan decisiones visionaria­s y acciones ambiciosas.

Una mayor cooperació­n en defensa en la UE no es sólo inevitable, sino también positiva para gobiernos y ciudadanos

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