Plan de Guterres para acabar con los abusos sexuales de los cascos azules
En lugar de potenciar la paz siembran el terror.
Una de las promesas de António Guterres, desde el primer minuto en que tomó posesión como secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), fue la de combatir con todas las energías la lacra de los abusos sexuales que los cascos azules protagonizan, siempre sobre los sectores más desfavorecidos, mujeres y niños pobres.
A pesar de los esfuerzos por combatir esta criminalidad sistémica en diversas misiones a lo largo de estos años, “la organización continúa enfrentándose al azote de la explotación sexual”, dice Guterres en la presentación del informe elaborado para tratar de atajar este abuso de poder.
En este documento, calificado de “nueva aproximación”, llega a proponer que se retenga el reembolso del dinero a los países que no procedan con la investigación de las denuncias contra sus soldados. Si no se concluye de “manera oportuna”, ese dinero se debería transferir a un fondo y destinarlo a la atención de las víctimas. Más de la mitad son menores de edad, según una base de datos creada por la propia ONU.
Sin embargo, esta medida de congelar las retribuciones requiere la aprobación de la Asamblea General. Hay muchos países poco propensos a ratificarla. Su protocolo para prevenir estas agresiones también incluye “la prohibición del consumo de alcohol”, así como “el requerimiento a cada individuo que rubrique una declaración por escrito de que entiende los valores y los principios de las Naciones Unidas”. Este compromiso supone el reconocimiento de lo que es la explotación sexual (incluido el pago por las relaciones) y que una “alegación creíble” resultaría en “una suspensión inmediata y la expulsión de la misión”.
Además de planear nombrar a un defensor de las víctimas en los cuatros destinos con mayor índice de criminalidad (República Centroafricana, República Democrática de Congo, Haití y Sudán del Sur), Guterres recomienda cosas que sorprenden por su ausencia. Entre estas normas cita “la certificación de un entrenamiento antes del despliegue”, algo similar a lo que se realiza con los reconocimientos médicos. Sin olvidar una “mejor revisión” de los antecedentes.
Los pacificadores siguen dejando en mal lugar a la ONU por sus reiteradas violaciones en muchos países