La paciencia

Mi abuela decía “santa Paciencia” y yo me preguntaba por qué la llamaba santa. A lo largo de la vida me he dado cuenta de que sí, que la paciencia es como una santa, no se queja nunca y siempre se halla disponible. Rilke decía: “La paciencia lo es todo, como el árbol que no apremia su savia”. Y el filósofo André Comte-Sponville, en su Diccionario filosófico, dice de la paciencia: “La espera, incluso dirigida hacia el porvenir, es presente; la paciencia, por lo tanto, también lo es: consiste en hacer lo que depende de nosotros para alcanzar en las mejores condiciones lo que ya no depende de nosotros (…) La paciencia es el arte de acogerlo (el presente) a su ritmo”. Pues se podría decir que en estos tiempos la impaciencia es lo que se cultiva con más afán; todo tiene que ser ahora y ya, sin espera, sin medio o largo plazo, la inmediatez como forma de vida es un delirio como cualquier otro y también una renuncia al ritmo del paso del tiempo.

Ya cité en otro escrito aquella frase que hay en un friso de un templo de Grecia: “El tiempo destruye todo lo que se ha hecho sin tenerlo en cuenta”. Pues la paciencia se halla vinculada al tiempo, es una espera confiada y un estado de ánimo sereno. Todas las cosas buenas que se han hecho en el mundo: descubrimientos, ciencias, pensamiento, arte, se han hecho siempre con paciencia, como teniendo como aliado al tiempo. Y a la inversa, la violencia es la lucha contra el tiempo y su ritmo, y destruye y maltrata el presente, que es la única cosa real; por ello, además de ser un mal, la violencia es una locura. Y si echamos un vistazo a la prisa de algunos políticos, nos daremos cuenta de que el presente les molesta porque no saben qué hacer con él, y con frecuencia se proyectan en unos planes irrealizables para el porvenir, cosa que los sitúa fuera de la realidad.

La paciencia también implica confianza, un estado de ánimo que cree que las cosas pueden ir mejorando, así como también incluye el respeto por la realidad y por los conflictos que aportan el día a día para uno mismo y para los demás. La paciencia funciona como un nexo o un puente entre el que es en la actualidad y el que irá siendo al ritmo del tiempo.