El reinado de las hiyabistas
El negocio de la moda Ramadán incluye desde el estilo punk o taqwacore al mipster (hipster)
Ellas mismas se definen como hiyabistas. Es el término que han acuñado para unir su pasión por el hiyab (pañuelo) y por la moda (se sienten fashionistas). Todas ellas son musulmanas que no renuncian a la vestimenta islámica o estilo modesto (el que incluye el hiyab o velo y en muchas ocasiones la túnica hasta los pies o abaya) y que, sin embargo, siguen casi a rajatabla los cánones de la moda. Y además, claro, dan muestra de su apasionada relación con las tendencias en la red.
¿Una contradicción? En absoluto. Por mucho que parezca que el hiyab limita la forma de expresarse de su portadora ante la moda, las hiyabistas pueden seguir un estilo taqwacore o punk-rock islámico (es el caso de la danesa musulmana Tasnim Sayar, que en ocasiones lleva hiyabs con cresta), mipster (es el hipster musulmán) o clásico.
No es un simple entretenimiento de jóvenes que quieren sacar partido de su armario. Es el germen de un gran negocio que, según publicaba recientemente The Thomson Reuters State en un informe, va a alcanzar los 488 billones de dólares dentro de dos años. En el 2019.
Mientras las marcas se esfuerzan por apoderarse antes que nadie de este mercado todavía semivirgen (desde Dolce Gabbana, Uniqlo, Tommy Hilfiger, DKNY, Mango, H&M o Marks&Spencer hasta el más reciente caso de Nike), las hiyabistas ya han colonizado la red y las calles. Son muchas y muy diversas, pero probablemente la más conocida es HandM, la británica de origen marroquí que protagonizó la primera campaña de una colección Ramadán, que es como se denomina también este estilo.
Ella demuestra como nadie en sus cuentas que lo más fácil para poder combinar moda y vestimenta musulmana tiene otro nombre que pronto aprenderemos: la hiyabi fashion, un terreno por explotar que tiene en común el uso del velo, con la cara descubierta, los vestidos largos y amplios (no se marcan curvas pero tampoco se exige que lleguen hasta los tobillos, los midi sirven) o pantalones. Otra de las exigencias es la de la manga larga y cubrir la mayor parte del cuerpo.
El velo, además, en muchas ocasiones es sustituido por el turbante. Esos son imputs que también se repiten en el sartorialist (página de moda cotidiana al estilo de la que Scott Schuman impuso en su día los estilismos callejeros) Modest Street Fashion y que ya en 2014 el fotógrafo estadounidense Langston Hues reunió en el libro tras recopilar looks en las calles de Bruselas, Melbourne, Kuala Lumpur, Nueva York y Yakarta.
Otra que triunfó rápidamente con estas propuestas fue Ascia AKF, que se describía como mitad kuwaití, mitad estadounidense, blogger y diseñadora de turbantes y alcanzó más de un millón de seguidores antes de cerrar sorprendentemente su cuenta. Dina Tokio también triunfa (con más de 310.000 seguidores) como diseñadora, estilista y blogger de moda y aún más la kuwaití Dalal Al Doub, con más de 876.000 seguidores en su faceta de blogger de moda y maquillaje.
La indonesia Dian Pelangi, con más de 4,5 millones de seguidores en los medios sociales, tiene gran protagonismo en la red con sus estilismos occidentales rematados
El Modest Street Fashion viene a ser la guía virtual del negocio de la moda musulmana
con el hiyab y triunfa también Hijabi Muslimah, con su web Hijab-ista, una firma de moda low cost que sabe seguir los cánones de la moda sin renunciar a los tips que la vestimenta modesta exige.
Pero lo que de forma reciente dio un nuevo impulso a la enorme actividad de las instagramers con velo fue el descubrimiento global de Halima Aden. De la mano de Kanye West esta bella keniata de 19 años se convirtió en la primera modelo nacida en un campo de refugiados que subía a la pasarela con su hiyab, una condición indispensable para ella por sus creencias religiosas. Halima Aden firmó hace solo unos meses un contrato con IMG Models, la agencia que tiene en sus filas a casi todos los ángeles de Victoria’s Secret, después de que la joven llamara la atención de los medios norteamericanos como candidata por el estado de Minnesota para el certamen de miss EE.UU. donde posó en burquini y con el imprescindible velo.