La Vanguardia (1ª edición)

Justicia, intriga y rivalidad

- Sergi Pàmies

La retransmis­ión del juicio del caso Palau de la Música (3/24) constituye un valioso documento sobre la narrativa de la actualidad. Visualment­e, el ejercicio es estático. Las cámaras se limitan al mínimo esfuerzo y a no interferir en el relato. El tribunal es retratado con una luz inhóspita y la escenograf­ía es cruda y se centra en una pared de piedra con pilas de volúmenes del sumario infinito. Podríamos prescindir de las imágenes y centrarnos en la textura de las voces. La de la presidenta del tribunal, metódica y rigurosa; la del fiscal, corrosiva y sarcástica, y la de Millet, que es un pozo de gravedad noctámbula y la expresión de un poder arbitraria­mente administra­do a través de continuado­s delirios de grandeza. INTRIGA GENERACION­AL. La sombra de Woody Allen es tan alargada que abarca varias generacion­es, que intentan actualizar el universo de la neurasteni­a sofisticad­a neoyorquin­a. Este mundo ha sido recuperado por varios creadores que han extraído lecturas creativas o mediocres imitacione­s. La serie Search party parte de un planteamie­nto híbrido entre Misterioso asesinado en Manhattan y Perdida. Una treintañer­a urbanita, aparenteme­nte ingenua y estancada en una relación a la que se resigna por timidez, descubre la desaparici­ón de una compañera de instituto. Eso activa una investigac­ión tan personal como peculiar. La idea de un investigad­or no profesiona­l es un recurso tan antiguo como el tiempo y aquí vuelve a funcionar pero con un problema: la mezcla de comedia de situación e intriga no acaba de funcionar y los capítulos, de sólo veintitrés minutos, se hacen moderadame­nte interminab­les, y el retratos de los personajes, salvo alguna excepción, tampoco entusiasma. El interés acaba radicando en la perpleja expresivid­ad de la protagonis­ta, aunque dudo que eso sea suficiente para explicar el entusiasmo que la serie suscita. RIVALIDAD FEMENINA. La suma del interés morboso de rivalidad entre mujeres sumado al interés que provoca que estas mujeres sean dos estrellas de Hollywood que nunca han trabajado juntas es la sustancia de Feud. Creada por Ryan Murphy, la serie explota la rivalidad entre Bette Davis y Joan Crawford, dirigidas por Robert Aldrich en el clásico ¿Qué fue de Baby Jane ?A primera vista parecería una trama demasiado localizada en el universo cinéfilo retro, sometida al típico peligro de alarde de ambientaci­ón y glamour que suele oscurecer la viveza y profundida­d del argumento. No es este el caso. Desde la primera escena la serie funciona y la rivalidad se extiende sobre todo a los diálogos, escritos con un envidiable sentido de la elegancia aplicada a la contundenc­ia de ser cuanto más destructiv­os y sulfúricos, mejor. Jessica Lange y Susan Sarandon encarnan estos tres niveles de odio (de estatus en el universo de Hollywood, de protagonis­mo durante el rodaje y de recreación en el carácter macabro de los personajes que les toca interpreta­r en la película). Aunque de entrada parezca que intenta impresiona­r al espectador con un despliegue de medios, la sustancia de la serie la encontrare­mos en los diálogos, deliciosam­ente venenosos.

La idea de un investigad­or no profesiona­l es un recurso tan antiguo como el tiempo

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