La Vanguardia (1ª edición)

La foto de Santi Garcés

- David Carabén

Siempre he pensado que la mayoría de los personajes de ficción se comportan de manera absurda. En las películas, por ejemplo, casi nunca los ves dudar. A los malos actores se los reconoce precisamen­te por eso, por mostrar una seguridad excesiva en todo lo que hacen. Porque normalment­e, en la vida real, nadie tiene ni idea. No sé si es por aquello que llaman economía narrativa que los narradores tienden a obviar la duda. Pero es consustanc­ial a toda alma y a cada segundo de la existencia. ¿He cogido las llaves? ¿Salgo con el abrigo o ya es suficiente con el jersey? ¿Por qué lado sorteo la mesa? La vida es una colección interminab­le de minúsculas e insignific­antes tomas de decisión. Y es bien normal que el más ínfimo de nuestros gestos exprese algún grado de titubeo.

El andar presidenci­al, la sonrisa abierta y la voz comprensib­le y fuerte se adquieren con la práctica. Los maestros de escuela, los artistas encima del escenario y los políticos con cargo sólo aprenden a moverse y a gesticular de la manera que mejor les pega a fuerza de someterse al escrutinio de los otros. Las personalid­ades públicas se acaban convirtien­do en iconos de aquello que representa­n sólo a base de insistir.

Recuerdo a Messi en un plató, con diecisiete años, apenas uno o dos meses después de marcar el primer gol con el primer equipo del Barça. Respondía a las preguntas con mucha timidez. Notabas que era por nervios que no elaboraba ni se alargaba mucho en las respuestas. Le pedimos que nos cantara los primeros versos del himno del Barça y se fundió butaca adentro. No porque no los recordara, sino por el mal trago gratuito que le estábamos haciendo pasar. Cuando le hacíamos verse en acción en la pantalla, en cambio, se le

Cada uno de los gestos de Messi ha adquirido la solemnidad de los héroes míticos

escapaba una sonrisa cándida, conmovida y fascinada por lo que reflejaban las imágenes. Después de aquel primer partido y de aquel primer gol han venido muchos más, que se han ido archivando en la memoria de los culés como postales en una caja de zapatos. El gol contra el Getafe al estilo Maradona, el de penalti al estilo Cruyff, la inútil agresivida­d de Del Horno en un córner de Stamford Bridge, el cabezazo en Roma en que perdió una bota y ganó una Champions, haciendo de falso 9 para el 2-6 del Bernabeu... Cada uno tendrá las suyas. Pero hoy día Messi se ha convertido en aquella imagen que él mismo admiraba. Y cada uno de sus gestos ha adquirido la solemnidad de los héroes míticos. Sólo faltaba la foto de Santi Garcés, en que los brazos que no llegan a tocarlo le hacen de pedestal y el Camp Nou enmarca su gesto de victoria. No sé qué encuentro más fascinante, más increíble, más ridículo, que tengamos esta necesidad de héroes o que de tanto en tanto, muy de vez en cuando, aparezca alguien que los encarne a la perfección.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain