Una victoria para creer
El Espanyol doblega al Las Palmas en un partido de intensidad, actitud y goles
El verde de Cornellà acogió ayer dos lecciones de fútbol. La primera de control y superioridad, servida por Quique Setién y su equipo durante los primeros 45 minutos de juego. La segunda, de actitud, intensidad y efectividad, servida por Quique Sánchez Flores y los suyos. El fútbol premió la garra y las ganas que mostró el Espanyol, un equipo más vivo que nunca que compite sin complejos y ayer permitió a su afición, más que soñar, creer.
Quiso disponer el técnico local un equipo para tocarla y controlar el juego con David López y Marc Roca en el eje del centro del campo y Jurado en la banda izquierda, donde sustituyó a Piatti, ayer en la derecha ayudando a Javi López en las coberturas a Jesé, mientras Hernán esperaba su turno en el banquillo. Ajustes puntuales en las piezas y la disposición de un once que se mostró sólido y ordenado, pero que no tuvo ni de lejos la posesión del balón. La posesión, casi absoluta, fue del Las Palmas desde que David López abrió el marcador en el primer minuto de juego al cabecear un córner.
Tampoco consiguió el técnico que su estrategia de cortar la salida de balón de los canarios desde su propio campo resultase efectiva, por más que tanto Caicedo como Gerard se mostrasen más activos que nunca en la presión. El 4-1-4-1 que dispuso Quique Setién, con Lemos avanzado como pivote, le permitió tener siempre superioridad. Tanto ante la presión de los delanteros locales como ante un centro del campo españolista desbordado con las subidas de los laterales del Las Palmas y el reposicionamiento como interiores de sus dos mejores jugadores: Halilovic y Jesé.
Se puede decir que el Espanyol y Quique recibieron durante todo ese primer período una lección de dominio del partido, por más que los locales resistieron bien y sólo se vieron superados por un disparo lejano y colocado de Lemos cuando ya pasaba la media hora de juego. Un chut que Diego López bien pudo atajar, pero que se comió después de que el balón botase delante de sus manos. Un nuevo disparo exterior que encaja el Espanyol y que también tiene una lectura positiva: la incapacidad de sus rivales de romper sus líneas y llegar con peligro al área.
Las claves del partido, desde luego, no estaban donde las quería buscar el técnico españolista, pero el Espanyol disponía de suficientes recursos para superar a un equipo que pronto se mostró muy vulnerable en las contras de su rival. Y aunque ayer no era el plan de Sánchez Flores jugar a la contra fue así como sus hombres consiguieron llevarse el gato al agua. Primero lo pudo hacer Caicedo rompiendo el fuera de juego. Después fue Gerard quien falló en el mano a mano ante el meta visitante y disparó al muñeco. Y fue el canterano quien, con el marcador igualado, llevó a su equipo con ventaja al vestuario al colocar en una escuadra un balón enviado por Piatti desde la línea de fondo.
Tras la reanudación el Espanyol adelantó líneas y estuvo más intenso en la presión, aunque los visitantes trataron de seguir llevando el peso del partido y volvieron a encontrar el empate en una jugada de fortuna. Mientras la zaga españolista protestaba una posible falta Lemos cabeceó de espaldas a portería y el balón cruzó la línea de gol.
Al Espanyol le tocaba volver a empezar y lo supo hacer echando mano del robo y la contra. Así fue cómo Gerard metió un balón en largo a Caicedo para que se plantase ante Lizoain, que lo derribó en el área. Martínez Munuera señaló los once metros y Piatti no falló. El partido estaba a punto de caramelo y el Espanyol, crecido, debía tratar de sentenciarlo. Y lo hizo de nuevo a la contra, gracias a un balón en profundidad de Gerard que Jurado controló con genialidad y remató con maestría. Pero el choque no estaba acabado y Mateo aún consiguió meter miedo a la grada al poner el 4-3 a cinco minutos del final al rematar un centro de Halilovic. Pero el Espanyol, que otras veces habría sufrido, plantó cara y aún tuvo ocasiones de agrandar el marcador.