El juez de las sentencias ejemplares
FAMOSO POR SUS PECULIARES SENTENCIAS, EL JUEZ DE MENORES DE GRANADA HA VUELTO A SER NOTICIA AL PEDIR EL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO PARA CHICOS, CHICAS Y NINIS
Es famoso por impartir las sentencias más curiosas, basadas en la educación y la reinserción de los jóvenes más que en el mero castigo. Contra todo pronóstico, el juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, ha hecho una llamada a la disciplina y a la autoridad, expresando su deseo de que todos los jóvenes vuelvan a hacer la mili.
No es la primera vez que ha planteado el tema. Entonces fue tachado de “retrógado”, “antiguo” o “militarista”. Ahora presume de que un país como Suecia no lo ve algo tan descabellado, al anunciar el pasado 2 de marzo que a partir de 2018 recuperaría el servicio militar obligatorio. Calatayud se jactó de ello para compartir su punto de vista en el blog de opinión que comparte con el periodista Carlos Morán.
“Los jóvenes de ese país van a tener que aprender a ser soldados, o lo que es lo mismo, disciplina y autoridad, que nunca son mala cosa. Aquí, en España, deberíamos tomar nota y plantearnos la necesidad de que nuestros jóvenes hagan un par de meses de campamento, o sea, de instrucción militar. Ellos y ellas. Y los ninis, un año o dos”, escribió. Y para acabar su discurso, bromeó: “Lo que iba a disfrutar yo viendo marcar el paso a esos niños y niñas que ni estudian ni trabajan y están todo el santo día con el móvil. ¡Un, dos, un, dos!”.
Pide disciplina, sí, pero no es un juez extremadamente duro. Así lo muestran sus condenas, por las que ha sido señalado innumerables veces de “blando” por sus sentencias poco convencionales.
Puede que el origen de sus medidas ejemplares y su extrema empatía hacia los jóvenes nazca de su propia experiencia. La infancia de este juez de 61 años no es un ejemplo a seguir, por lo que sabe bien cómo redimir a un joven delincuente.
Con trece años su padre decidió llevarlo a un internado con fama de correccional, experiencia que le marcó y le encaminó hacia su actual profesión. Estudió Derecho en la Universidad de Deusto y ejerció como abogado, oficio que dejó porque según ha reconocido abiertamente en varios medios “no servía”. Sin embargo, acabó accediendo a la carrera judicial y ha ejercido en Tenerife como juez de distrito, en Granada como juez de menores y juez suplente de vigilancia penitenciaria. Actualmente, es decano de los Juzgados de Granada y ha hecho varias publicaciones, entre las que se encuentra el libro Mis sentencias
ejemplares. Obra imprescindible por su trayectoria.
Absolver a un chico si se sacaba el graduado escolar; impartir 1.000 horas de clases de informática a un joven que había hackeado empresas; dedicar 50 horas al dibujo de un cómic que relatara la causa de la condena... Estas son algunas de las sentencias más peculiares –o para los magistrados más estrictos, más light– que ha impartido y que ha divertido a la opinión pública. Eso sí, es capaz de implicarse personalmente para comprobar que estos jóvenes cumplen lo pactado. Un gran ejemplo de ello fue un chaval que robó 600 euros en una peluquería, al que Calatayud condenó a hacer un curso de estilismo. Para verificar la condena, se sometió a un corte de pelo hecho por el chaval. Casi nada.
Siempre se ha comprometido tanto en su trabajo como en los escritos de su blog, caracterizados por la transparencia y la sencillez de sus palabras. No tiene pelos en la lengua. Lo ha demostrado en los juzgados y en el ámbito más personal. Reconoció su cáncer de próstata ante los medios de comunicación al igual que años atrás no escondió el de Azucena, su difunta mujer. Su enfermedad no le impidió recoger la medalla de Andalucía en el 2015 –donde reconoce que se ausentó un instante cuando sonó el himno porque no se encontraba demasiado bien– de la que se sintió “orgulloso” por recibir tal reconocimiento por su labor y la de sus compañeros.
Padre de dos hijos, no se compadece, sino que se siente “feliz y privilegiado”. Está muy agradecido de “caer bien”, aunque reconoce que simplemente aplica la ley y que no es el único juez que imparte este tipo de medidas. Pero el carisma y el personaje que rodea a Emilio Calatayud no sólo está sobre las letras que conforman sus sentencias, sino en su diálogo con el ciudadano, educando fuera de los juzgados.
“Lo que iba a disfrutar yo viendo marcar el paso a esos niños y niñas que ni estudian ni trabajan”, bromeó Quizá el origen de sus medidas ejemplares y empatía hacia los jóvenes nazca de su propia experiencia