Ignacio Martínez de Pisón
ESCRITOR
Ignacio Martínez de Pisón narra la historia de una familia poco convencional que vive la transición entre sobresaltos en Derecho natural (Seix Barral), con las canciones de Demis Roussos oyéndose al fondo.
Angel es un actor secundario con no demasiado éxito. En los años finales del franquismo, ya le costaba mucho que le dieran papeles. Trabajó con Paul Naschy y Jess Franco, y Paco Rabal fue a su boda en Barcelona, pero Ángel no consiguió subirse al tren de los cineastas de la transición y ni Vicente Aranda ni Jaime Camino se fijaron en él ni leyeron sus encartonados y pretenciosos guiones. Coqueteó con aquella vanguardia llamada Escuela de Barcelona, pero lo único cierto es que, en paralelo con la degeneración de su vida sentimental, familiar y laboral, su cuerpo fibroso fue mutando hasta que, un día, al pasar ante el espejo, se dio cuenta de que se había convertido en Demis Roussos. Ni corto ni perezoso, se reinventó como doble del cantante y triunfó en salas de fiesta y cruceros cantando cosas como Fo- rever and ever, We shall dance o Velvet mornings (aquella de “triki, triki, triiiiiki, triiiki, triki, mon amour, triki, triki, triki, triiiiii...”). Incluso José María Íñigo lo invitó un día a su programa Estudio abierto...
La nueva novela de Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960), Derecho natural (Seix Barral), está narrada por el hijo de Big Demis (nombre artístico de Ángel) y es, en realidad, la historia de una familia de la transición, en la que el padre tarambana entra y sale de casa cuando quiere –en ocasiones, ausencias de dos años–, la madre enamorada vive un calvario, y los cuatro hijos –incluyendo dos hermanas falsamente gemelas– intentan crecer entre continuos sobresaltos y cambios de domicilio, causados por insolvencias varias. Es una novela de formación y, a la vez, un reflejo sociológico y urbanístico de la transformación de Barcelona, ciudad que el narrador se patea y “que crece acompasada con su propio crecimiento personal”. Es “una ciudad sin monumentos, lo máximo es el laberinto de Horta”.
“Lo de Demis Roussos –prosigue el autor– fue casualidad, la idea era contar una historia sobre un actor de las películas cochambrosas de serie B españolas, pero el personaje fue engordando...”.
El hijo-narrador aspira siempre a reconstruir la familia, “pero nunca lo consigue, sin embargo su idea de rectitud da sentido a la historia. Del mismo modo que la sociedad española aspira entonces a un con- senso en la política, él aspira a un mínimo consenso en su casa”. Igual que “la transición permitió a cada cual que reescribiera su pasado y se reinventara como quisiera”.
“El argumento –admite– parece un dramón, pero lo mezclo con mi registro cómico. La literatura no puede generar carcajadas como el cine, pero sí ese humor constante de sonrisa”.
El Corte Inglés es uno de los escenarios de la trama. “Sólo las ciudades
“Yo quise contar una historia sobre un actor de películas de serie B, pero el personaje fue engordando...”
importantes tenían uno, era el indicio de la prosperidad, significaba que la gente ya tenía dinero para gastar”. A esos grandes almacenes irá a robar un personaje porque “lo que tenían de novedoso esos sitios es que no venía nadie a atenderte, tú te cogías las cosas y era tentador robarlas...”.
El narrador acabará estudiando Derecho. Y de ahí el título del libro: “El derecho natural desaparece como asignatura en los noventa, porque desaparece la idea sagrada de la justicia, la idea católica de que hay normas divinas que están por encima de las que se marcan los hombres”. En esa parte, destacan cameos de Gregorio Peces-Barba y Norberto Bobbio.
Algunos de los episodios más inverosímiles son ciertos, como que el ministro de Educación decretara que, a partir de él, los años universitarios, en vez de comenzar en septiembre, coincidirían con los años naturales. “Resulta que Franco lo nombró por error, porque tenía un nombre muy parecido a otro. El atentado a Carrero Blanco en diciembre provocó una crisis de gobierno que el dictador aprovechó para quitarse a ese hombre de encima y los cursos volvieron a ser como habían sido siempre y como son en el resto del mundo. En toda la historia no volverá a haber unas vacaciones tan largas: más de seis meses, desde verano hasta después de Reyes”.
La banda sonora de la novela incluye también a Serrat (su disco de Miguel Hernández) o Las Grecas.