Tensión germano-turca
Alemania advierte a Turquía que no tolerará vigilancia ajena en su territorio
La inocencia de los servicios secretos turcos ha destapado una trama destinada a espiar a los presuntos seguidores del clérigo Fethullah Gülen en territorio alemán, lo que ha airado a las autoridades alemanas, tan dóciles cuando son espiadas por EE.UU.
La tensión que arrastran Alemania y Turquía en las últimas semanas por el veto a mítines de ministros turcos en el país ante el referéndum de reforma constitucional en Turquía del 16 de abril, y por la prolongada detención en Estambul del corresponsal germanoturco del diario
Die Welt, adquirió ayer una nueva nota al trascender el presunto espionaje turco de compatriotas disidentes en suelo alemán. Varios gobernantes alertaron ayer de que no tolerarán tales acciones, y de que se investigará al respecto, pese a que a nivel federal nadie las confirmó.
El ministro de Exteriores, Sigmar Gabriel, afirmó ayer que, de ser cierto que los servicios secretos turcos (MIT) espiaron en Alemania a simpatizantes del movimiento del predicador Fethullah Gülen, al que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, acusa de promover el fallido golpe de Estado de julio, sería un asunto de gran gravedad. “Si fue así, lo que ahora no estoy en disposición de confirmar ni desmentir, sería un proceder muy grave”, dijo Gabriel en una rueda de prensa conjunta con su homólogo español, Alfonso Dastis, de visita en Berlín. Fethullah Gülen, clérigo turco residente en Estados Unidos, tiene seguidores en Turquía, muchos de los cuales han sido objeto de purgas.
En una comparecencia horas antes ante la prensa, el titular de Interior del land de Baja Sajonia, Boris Pistorius, sí aseguró que la inteligencia turca espió a turcos residentes en Alemania “bien porque pertenecen al movimiento de Gülen o bien porque los servicios secretos lo creen así”. Pistorius dijo que las autoridades turcas tienen “un miedo paranoico” a un supuesto complot, y reveló que Ankara había solicitado a Berlín colaboración para espiar a 300 personas y 200 organizaciones que considera próximas al movimiento de Gülen, lo cual denota “el nivel de ingenuidad” de los servicios secretos turcos. Al menos una decena de esos objetivos por espiar –entre ellos una escuela y dos empresas– se hallan en Baja Sajonia. Todos serán informados del espionaje, y de que corren el riesgo de “sufrir represalias que pueden incluir prisión” si ponen pie en Turquía, alertó Pistorius, quien también dijo que no dispone de “ningún elemento que vincule a partidarios de Gülen con infracción penal alguna”, ni con el golpe de julio.
También el ministro del Interior, Thomas de Maizière, se mostró firme. “Independientemente de lo que se pueda pensar del movimiento de Gülen, aquí rigen las leyes alemanas, y los ciudadanos que viven aquí no serán espiados por países extranjeros”, dijo De Maizière.
El conato de crisis coincide con el inicio del periodo –empezó el lunes– en que los turcos residentes en Alemania con derecho a voto en su país de origen están llamados a acudir a los consulados a votar en el referéndum de reforma constitucional promovido por Erdogan. De los 3 millones de turcos de Alemania, 1,4 millones pueden votar, y tienen tiempo de hacerlo hasta el 9 de abril. Para Erdogan, en busca del sí en un referéndum para dirigir Turquía hacia un régimen más presidencialista, constituyen un depósito de votos muy interesante. Eso explica su retórica contra Alemania –a la que acusó de “prácticas nazis”– cuando a inicios de mes varios ayuntamientos prohibieron mítines de ministros turcos por razones formales o de seguridad.
“Los ciudadanos que viven aquí no serán espiados por países extranjeros”, advirtió el ministro del Interior