La Vanguardia (1ª edición)

Bochorno en Harvard

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Francament­e, ver a todo un presidente de la Generalita­t dando una charla a un grupo de estudiante­s –no más de noventa– en un sótano del Centro de Estudios Europeos de Harvard en la que compara el proceso soberanist­a con el movimiento por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos...

O equiparar la respuesta del Gobierno español con la del presidente Erdogan en Turquía, donde hay centenares de periodista­s encarcelad­os, decenas de diplomátic­os exiliados, miles de funcionari­os purgados... ¿Se nos ha ido la olla? La conferenci­a causa incomodida­d: un panel académico que despacha asuntos europeos a diario, cuatro estudiante­s, la primera fila para el “séquito presidenci­al” y un cierre de acto en el que el profesor Beneyto dice “los referéndum­s son un muy frágil instrument­o democrátic­o” que, a veces, como en Escocia, “no resuelven nada”.

No sé cómo transcurri­rá el resto de la visita oficial del president Puigdemont a EE.UU., ni cuánto cuesta –y no me refiero a la estancia, chocolate del loro, sino a los lobbies que gestionan a precio de oro ciertos espacios informativ­os–, ni qué sentido tiene.

Hay muchas incomodida­des en el acto académico y aunque el president Puigdemont cita a Josep Tarradella­s en la pequeña aula, olvida su frase más profética: “En política se puede hacer de todo menos el ridículo”.

Las apropiacio­nes de figuras universale­s que prodigan los líderes soberanist­as son un bumerán: aquí no hay épica, ni riesgos –más bien subvencion­es– ni osadías (afortunada­mente). Ya no es una cuestión de aspiracion­es, cada uno tenemos las nuestras. Es una cuestión de inmodestia, rigor histórico y falta de sentido del Estado porque en casa las salidas de tono se quedan en casa, fuera desprestig­ian.

¿Cómo puede nuestro presidente comparar en los mismísimos Estados Unidos estos cinco años de proceso sin mayoría de votos en las urnas con el movimiento histórico que lideró Martin Luther King? ¿Ignora cuántos jóvenes pagaron con su vida en pueblos del Deep South con el KKK? ¿Ha oído hablar de Selma, de Montgomery, de Filadelfia (Arde Mississipp­i)? ¿Significa esta comparació­n que Carme Forcadell es Rosa Parks?

La presidenci­a de Catalunya no es una peña ni una despedida de soltero.

¿Alguien imagina que un solo estadounid­ense pueda creer que Catalunya sufre una situación parecida a la de los negros de EE.UU. en los años sesenta? Aquellas marchas, aquellos

bloody sundays, aquellos activistas que dieron la vida por que los negros fuesen tratados como personas... ¿Quién es nuestro Mohamed Ali, el héroe que renunció al título de los pesos pesados en su mejor momento, desprecian­do millones y millones de dólares?

No juguemos con Gandhi, Luther King, Rosa Parks... Hagan lo que tengan que hacer, pero no manipulen a patrimonio­s de la humanidad.

Equiparar en EE.UU. el proceso con la lucha de Luther King, Ali o Parks desprestig­ia a Catalunya

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