El Papa, con las víctimas coptas.
El imán de Al Azhar condena el terrorismo y también los crímenes de Occidente
Francisco visitó ayer la iglesia de San Pedro, adyacente a la catedral cristiana copta de El Cairo, donde un atentado del Estado Islámico causó 25 muertos el pasado 11 de diciembre.
Una de las misiones más difíciles de los últimos papas –de Francisco y también de Benedicto XVI– ha sido proteger a las minorías cristianas de Oriente Medio, que sufren una amenaza existencial. La defensa de estas comunidades está estrechamente vinculada a un diálogo constructivo con el islam para reforzar su corriente moderada y evitar una exacerbación de las tensiones y un choque frontal.
Al poco de aterrizar en El Cairo, ayer, el Papa argentino hizo otro intento en la misma dirección. Francisco pidió a los líderes musulmanes, a quienes tienen más influencia espiritual, que hagan todo lo que esté en su mano para que su juventud no se fanatice. El Papa estaba invitado a una conferencia de paz organizada por la universidad cairota de Al Azhar (“la espléndida”), fundada hace más de mil años, el centro teológico y educativo con mayor peso en la tradición islámica suní. Los puntos clave del itinerario papal estaban militarizados, para disuadir a eventuales terroristas.
Antes de Jorge Mario Bergoglio intervino el rector y gran imán, el jeque Ahmed al Tayib, quien condenó con firmeza el terrorismo de matriz islámica pero recordó los crímenes cometidos a lo largo de la historia por la civilización cristiana o por países ligados a su cultura, incluidos los de la II Guerra Mundial, así como los atropellos de Israel contra el pueblo palestino.
El Papa insistió en que “educar, para abrirse con respeto y dialogar sinceramente con el otro, recono“desenmascarar ciendo sus derechos y libertades fundamentales, especialmente la religiosa, es la mejor manera de construir juntos el futuro, de ser constructores de civilización”. Para el Pontífice, “la única alternativa a la barbarie del conflicto es la cultura del encuentro”. “Y con el fin de contrarrestar realmente la barbarie de quien instiga al odio e incita a la violencia, es necesario acompañar y ayudar a madurar a las nuevas generaciones para que, ante la lógica incendiaria del mal, respondan con el paciente crecimiento del bien”, agregó.
Según Bergoglio, “la religión no es un problema sino parte de la solución”, aunque es indispensable eludir la “absolutización” de los dogmas y creencias si esto lleva a la agresión. “La violencia, de hecho, es la negación de toda auténtica religiosidad”, advirtió Francisco y exhortó a los líderes religiosos a la violencia” cuando esta “se disfraza de supuesta sacralidad”. En ese espíritu de causa común que pretende instaurar con los líderes musulmanes, el Pontífice les animó a declarar juntos “el carácter sagrado de toda vida humana frente a cualquier forma de violencia física, social, educativa o psicológica”.
El Papa hizo una incursión más allá del ámbito religioso al abordar la ola populista. “Asistimos perplejos al hecho de que, mientras por un lado nos alejamos de la realidad de los pueblos, en nombre de objetivos que no tienen en cuenta a nadie, por el otro, como reacción, surgen populismos demagógicos que ciertamente no ayudan a consolidar la paz y la estabilidad”, dijo Francisco. “Ninguna incitación a la violencia garantizará la paz, y cualquier acción unilateral que no ponga en marcha procesos constructivos y compartidos, en realidad, sólo beneficia a los partidarios del radicalismo y de la violencia”, concluyó el Papa.
En la misma conferencia de Al Azhar, el imán Al Tayib admitió que los terroristas islámicos manipulan la religión para justificar sus asesinatos. No obstante, previno a a Occidente para que no ponga sólo el foco en el universo musulmán, haga memoria histórica y vea algunas situaciones del presente. Según Al Tayib, al igual que no puede condenarse el islam por el hecho de que haya terroristas que invoquen su nombre, tampoco puede decirse que el judaísmo sea una religión terrorista porque “un grupo de sus seguidores” (aludía al Estado de Israel, por supuesto) “esté ocupando tierras y extirpando a millones de sus habitantes, nativos indefensos del pueblo palestino”. Mencionó, asimismo, las dos guerras mundiales que estallaron en Europa, con el resultado de más de 70 millones de muertos, y la “civilización americana”, que arrasó Hiroshima y Nagasaki con bombas atómicas.
“Si abrimos las puertas a acusaciones tan abiertas como se hacen contra el islam, ninguna religión, ningún régimen, ninguna civilización o historia puede aparecer como inocente de terrorismo y violencia”, argumentó el líder musulmán suní.
El discurso posterior del Papa a las autoridades egipcias tuvo un tono en general positivo hacia el Gobierno del presidente Al Sisi –quien derrocó al presidente islamista Mohamed Morsi en un golpe de Estado, en el 2013–, y le auguró un mayor protagonismo en la región, si bien mencionó asuntos incómodos como la necesidad de respetar los derechos humanos.