La Vanguardia (1ª edición)

La celestina de la televisión

LIDIA TORRENT, COPRESENTA­DORA DEL PROGRAMA ‘FIRST DATES’ (CUATRO), DULCIFICA CON SU PRESENCIA LAS CITAS DE LOS CANDIDATOS AL AMOR

- VÍCTOR-M. AMELA Barcelona

El amor es la fuerza que mueve el sol y las estrellas (Dante Alighieri), y también programas de televisión: First dates (Cuatro, cada noche) muestra a parejas en una primera cita en busca del amor. Les recibe Carlos Sobera, Cupido en jefe, mayordomo del restaurant­e del amor, con la ayuda de Matías –un barman argentino muy llamativo por su presencia, simpatía y cócteles– y de una camarera también guapa, simpática y dulce con los invitados: Lidia Torrent. Quien haya visto First dates una sola vez, se ha fijado en Lidia Torrent, la camarera alta y morena, de labios rojos y gafas de pasta negra, agradable con los citados, a los que asiste en las mesas del restaurant­e cuando tan torpes y nerviosos se sienten ante su primera cita. La sola presencia de Lidia, con su amplísima y acogedora sonrisa y solícitas palabras, les relaja. Y alguno (y alguna) ha puesto en peligro su primera cita porque... se le han ido los ojos tras la camarera Lidia.

Lidia Torrent nació en Barcelona hace 22 años, hija de la modelo y presentado­ra Elsa Anka, y hoy estudia Publicidad, Marketing y Relaciones Públicas, después de haber probado con un curso de Criminolog­ía y cinco de interpreta­ción (a los 14 años rodó Blog, de Elena Trapé). De niña se recuerda sentada en el sofá de casa con su padre, Miquel Torrent, viendo juntos a su madre en el programa Furor mientras picaban “unas almendrita­s con sal que nos habíamos tostado en la sartén”.

Por entonces no se planteaba salir por la tele: “era muy vergonzosa. Y aún lo soy: soy dicharache­ra y sociable, pero me cuesta soltarme”. Por eso agradece el magisterio de Carlos Sobera, con quien comparte grabación todos los días, de diez de la mañana a siete de la tarde: “es una persona generosa y divertida, con él me río mucho y aprendo a cada minuto”. Lidia ejerce a veces de sustituta de Sobera como anfitrión, e interactúa intensamen­te con los participan­tes: “sósa lo veis en pantalla el 10%”.

Pero la vocación íntima de Lidia Torrent es la psicología clínica, para la que se siente dotada de manera natural, como un don. “¡Cuántas horas he conversado hasta la madrugada con amigas atribulada­s por amor y desamor! Creo que se me da bien ayudar”, se reconoce, y un día sabe que completará algún curso formativo como psicoterap­euta.

Entretanto aplica su don en el plató de First dates, junto a un equipo formado por cien personas, dedicadas a emparejar a personas con el propósito de que en esa pareja sucedan cosas. Y a ella misma le han sucedido: Lidia Torrent y el barman Matías se han emparejado. “¡Predicamos con el ejemplo! Empezamos siendo compañeros de trabajo, hace un año, y después de tantas horas juntos nos hicimos amigos, y luego... la magia del restaurant­e nos contagió”, ríe Lidia.

No tiene planes, porque “no sé verme a mi misma dentro de unos años, es un espacio en blanco, y la incertidum­bre me motiva, la vida te coloca en lugares que no imaginabas, así que prefiero vivir el pulso de lo que suceda día a día...”. Aunque sí reconoce que hay dos cosas que tiene muy claras: “Sé que quiero viajar y que quiero ser madre, ¡eso seguro!”. Matías: si lees esto, ya sabes lo que hay.

Sus aparicione­s en First dates le han dado una visibilida­d que se traduce en comentario­s favorables de la gente que la reconoce: “Me cuesta entenderlo­s, soy muy crítica conmigo misma”. Le confirmo que transmite una imagen de persona cariñosa y atractiva (mide 1,77 metros y pe- 69 kilos). “¡Soy muy culona!”, se descuelga, “tengo cadera ancha..., y consulto a mi grupo de confianza de Whats qué ropa me quedará mejor en compromiso­s”. En el grupo están su madre, una prima y dos tías.

Confiesa que le enloquece comer bien y beber buenos vinos. “Me encantan las barbacoas en casa de mis tíos en el Maresme, con mis primas pequeñas, y también irme solita a la playa a leer y escuchar música...”

Sobre las chicas que le tiran la caña a Matías en el programa, afirma que “nos lo tomamos con humor, claro”. Y me explica que la especialid­ad de Matías son “sus mojitos, riquísimos”. Y añade: “tengo el corazón contento”.

Lidia Torrent se toma muy en serio su función como celestina televisiva, y ahí ha aprendido de los invitados más maduros “que el amor está al alcance de todos a todas las edades, ¡siempre!”. Lidia Torrent ha aprendido que o amas o mueres.

El barman Matías y la camarera Lidia predican con el ejemplo: se han emparejado

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