Un dolor sin nombre
La pérdida del hijo que esperaba centra el debut literario de la periodista Bàrbara Julbe
La periodista Bàrbara Julbe acaba de publicar su primera novela, On em portin els ametllers, una historia de superación personal tras la muerte del hijo que esperaba.
No he llorado, parece que la herida va cicatrizando”, confiesa entre aliviada y orgullosa después de acabar esta entrevista la periodista de RAC1 y La Vanguardia Bàrbara Julbe que acaba de publicar su primera novela, On em portin els ametllers (Gregal), historia de superación personal tras la muerte del hijo que esperaba. Bajo una inocente apariencia de fragilidad, en el fondo se esconde una mujer fuerte que ha encontrado en la escritura el bálsamo perfecto para ir sanando un duelo que se inició a finales de 2015 cuando sufrió un aborto involuntario a los cinco meses y medio. Un duro e inesperado golpe que la periodista revive en la ficción en la piel de Ivet, joven treintañera que asume el duelo desde la negación, el dolor y la rabia, primero; desde la entereza, la paz y la aceptación, después.
“Escribir ha sido una terapia dolorosa a la vez que necesaria y curativa porque me está ayudando a aceptar lo ocurrido” explica la autora, que pretende poner el foco en una situación muchas veces silenciada como es el dolor de los padres ante la muerte de un hijo. “La novela quiere romper ese silencio y reconocer el duelo de los progenitores, que en ocasiones se tiende a minimizar”, agrega Julbe, que deja claro que el suyo no es un libro de autoayuda aunque puede ayudar a otras mujeres que han pasado por una situación similar. “Necesitaba vaciarme y desprenderme de todas esas emociones que me comían por dentro”, insiste la autora, que aprovechó la baja laboral para dar forma a una novela “escrita con el corazón”. “Escribía hasta ocho horas diarias para digerir la pena, el duelo, el llanto…”, rememora.
Asegura que vivir en primera persona esa traumática experiencia le ha permitido comprobar que todavía queda mucho por hacer en este campo. Por ejemplo, reclama que todos los hospitales dispongan de protocolos que atiendan a los padres tras sufrir la muerte del bebé antes o después de nacer y que puedan inscribir el nombre del hijo en el registro civil independientemente del tiempo de vida fetal. “El proceso de duelo se haría mucho más fácil”, afirma convencida la narradora, que se convirtió en una de las autoras locales que más libros vendió el día de Sant Jordi en la provincia de Girona.
Más allá de la dura experiencia, la novela es también una lección de vida como quiso plasmar en el título original, L’hora de viure. Para seguir adelante con su día a día, la protagonista “tiene que aceptar lo que le ha ocurrido porque es la única manera de reconstruirse”, escribe.
On em portin els ametllers también ahonda en la vida de mujeres de distintas generaciones. La abuela de la protagonista, que vivió la crudeza de la Guerra Civil como enfermera de soldados heridos, guarda un secreto que sólo se atreve a confesar a su nieta y su madre sufre durante la infancia un hecho que le cambiará el carácter. Entre estos hilos argumentales, la relación de pareja de Ivet con Pau, con quien emprende un viaje a Mallorca para iniciar una nueva vida y que salpica gran parte de un libro cargado de simbolismos como los almendros del título.“Es un árbol que se caracteriza por su fortaleza, brota en invierno y su fruto madura a los nueve meses, me parecía que guardaba una gran similitud con la historia de la protagonista”, explica Julbe.
La isla de Mallorca, lugar habitual de veraneo de la autora, Banyoles, su ciudad natal, o el barrio de Santa Eugènia de Girona, donde
“Escribir ha sido una terapia dolorosa y necesaria porque me ha ayudado a aceptar lo ocurrido”, afirma
vivió durante un tiempo, son algunos de los escenarios de la novela que realiza saltos en el tiempo, en concreto al periodo de la Guerra Civil. Para relatar esta parte, la autora ha entrevistado a un historiador experto en el conflicto y a uno de los soldados que participaron en la batalla del Ebro.
Reconoce haber llorado muchas veces al repasar una y otra vez su ópera prima. “Es inevitable porque revives lo ocurrido, pero nunca me planteé dejar de escribir. Hacerlo me ha ayudado a mantener vivo el recuerdo aunque sé que la vida sigue”, afirma. Una lección de vida.