El maestro que sabía más que inglés
Miguel Ángel Bastenier Martínez era un periodista que sabía inglés desde antes de la aparición de los primeros colegas que aprendieron inglés. Nacido en Barcelona, hizo sus primeras prácticas por cuenta propia en la redacción de The Times cuando en España sólo las élites podían acceder a The Times y entenderlo. Su madre era española y su padre de origen belga, con lo cual llevaba la lengua francesa y la mentalidad cartesiana en su genética intelectual. Además, cuando ya era un periodista internacionalmente reconocido, el año 2003 el presidente Uribe le concedió la nacionalidad colombiana por sus méritos. Formado en Barcelona, se licenció en Derecho y en Historia en la Universitat de Barcelona. Y para acabar de amueblar su cerebro, se licenció también en Lengua y Literatura inglesa en la Universidad de Cambridge. A esa mochila de estudios y conocimientos le precedía su graduación en Periodismo por la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. Tenía 21 años.
Bastenier trabajó en el Diario de Barcelona en tiempos de la pretransición, cuando la cabecera del rotativo, popularmente conocido como el Brusi, devino blanco y diana de la extrema derecha. Su debut como director tuvo lugar en el también desaparecido diario vespertino Tele/eXpres, otro referente del periodismo progresista catalán y español desde antes de la muerte del dictador. Tras el cierre de Tele/eXpres, fue uno de los fundadores y subdirector de El Periódico de Catalunya, hasta que en 1982 ingresó en El País y fundó su edición para Catalunya.
Considerado uno de los máximos especialistas en política internacional, tanto en España como en el extranjero, siempre compaginó la práctica profesional con la docencia. Se inició como profesor en la Escuela de la Iglesia de Barcelona y continuó su carrera académica en la Escuela de Periodismo de El País ,enla Fundación Ortega y Gasset y en la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano. Además de su ingente articulística en El País ,y convencido europeísta del primer origen, también escribió en Libération, Le Monde, The European, Le Point, Le Soir y The Irish. Otros artículos llevaron su firma e influencia en diarios de América Latina como los colombianos El Espectador y Semana, el mexicano Público, el uruguayo Búsqueda y el brasileño Folha de São Paulo.
Dotado de una infatigable capacidad de trabajo, también su bibliografía es de obligada referencia para los periodistas de internacional. Publicó tres libros sobre Oriente Medio y el conflicto árabe-israelí, un manual sobre redacción periodística y lenguaje especializado, varios ensayos sobre ética y deontología profesional, así como libros especializados en historia y política de Iberoamérica y Estados Unidos. Perteneciente a la generación periodística e intelectual de la transición, tanto su articulismo como su docencia le avalan como maestro y referente de sucesivas promociones de informadores. No obstante, sus lecciones más prácticas las impartía como dinamizador en la redacción, fuera del despacho, sentado junto a los redactores y los novatos. Bajito, muy moreno, rápido, sagaz, brillante y con el humor ácido que caracterizaba a los viejos periodistas, tenía una voz atronadora cuando se enfadaba. Y suave, casi tierna, cuando todo funcionaba como un reloj de precisión suizo. Su biblioteca privada sobre política internacional sería objeto de deseo de muchas universidades. Y nunca fue mediático.