La Vanguardia (1ª edición)

CONTORSION­ISMO SALUDABLE

- MARGARITA PUIG Barcelona

Barcelona acoge un congreso global de yoga, una práctica milenaria originaria de India y ahora muy de moda en Occidente.

Van descalzos. Respiran únicamente por la nariz. Cantan mantras en sánscrito, alto y sin vergüenza. Hablan poco y se abrazan mucho y todos persiguen lo mismo: la unión, dicen. Porque yoga significa eso. Unión: la del cuerpo y el alma y se alcanza, aseguran, con la práctica diaria de ejercicios (asanas), respiració­n (pranayama) y meditación, que es en realidad el objetivo final de tanto esfuerzo. Y esa meditación o unión con uno mismo no tiene por qué ser estática: ese es el gran secreto que ha permitido que el yoga se cuele como una de las actividade­s preferidas del nuevo siglo tanto entre quienes buscan movimiento como en los que prefieren permanecer quietos.

Para los no iniciados todo eso puede parecer una inmensa locura. Incluso un gran aburrimien­to. Pero una vez se conocen las diferentes prácticas (¡cuidado, aquí no se entrena, se practica!), es fá- cil encontrar la que mejor encaja con la condición o intención de cada uno. Las hay específica­mente meditativa­s (kriya yoga), las hay enfocadas a la relajacion (yoga nidra), totalmente exigentes (ashtanga yoga) y las de práctica libre (dharma yoga). “Un camino de yoga que ofrece progresion­es y adaptacion­es en las posturas para que todos puedan construir su propia práctica. Desde los estudiante­s más avanzados a los que se están iniciando”, explica Jordi Canela, discípulo directo de Dharma Mittra de Nueva York y responsabl­e de la introducci­ón de su disciplina en España a través del estudio YogaOne de Barcelona.

Consciente del lío monumental que el boom del yoga causa en quienes no conocen bien este territorio en alza, Jordi Canela ha organizado el primer Global Yoga Congress. Serán cinco días (entre el 18 y el 22 de mayo) de workshops y masterclas­ses teóricas y prácticas de todos los niveles para potenciar el aprendizaj­e. “Permitirá poder organizar toda esta informació­n y dar a conocer a los nuevos gurús del yoga de los más diversos estilos”, resume.

En este festival de yoga internacio­nal apto para familias (habrá talleres y guardería específico­s para niños), que se celebrará en el Palau de Congressos de Barcelona, participar­án profesores locales pero también de Grecia, Rusia, Colombia, Estados Unidos e Israel para poner en común los conocimien­tos de estilos como dharma, asathanga, vinyasa,

iyengar o sivananda yoga –entre otros–, así como de masaje thai, conferenci­as de filosofia yóguica, de ayurveda y de meditación. También habrá especialis­tas en acroyoga, kalari (arte marcial india) y música especializ­ada de la mano de grandes como Dave Stringer.

Se entenderá que, aunque todos persigan lo mismo, en el mundo del yoga hay grandes submundos. Con enormes diferencia­s, dependiend­o de qué modalidad practican. Los de aspecto más atlético y con el cuerpo más fibrado suelen ser los entusiasta­s del ashtanga: una práctica intensa de casi dos horas que repite dos largas series. Siempre lo mismo. De ahí se ha derivado a lo que se llama power yoga, estilos vigorosos como el de Larry Schultz (1950-2011) que creó el rocket vinyasa o el power vinyasa yoga con que Baron Paptiste cautivó a las celebridad­es de Hollywood. La gran mayoría de los asistentes al congreso, sin embargo, serán los seguidores de dharma, un estilo que permite progresar rápidament­e y que combina una gran práctica física con prácticas interiores.

También están quienes practican el prana flow yoga (de Shiva Rea, que propugna la fluidez y la libertad llevadas al máximo) e iyengar (creada por el yogui del mismo nombre, que se basa en la alineación de las posturas con una vocación claramente terapéutic­a, por lo que alentó en gran medida el uso de accesorios como almohadas, mantas, bloques, sillas y correas). Esto convierte a este estilo en un buen punto de entrada para los principian­tes.

Los más reconocibl­es, sin embargo, son los kundalini. No son precisamen­te los practicant­es de aspecto más atlético, suelen ir de blanco impoluto con la sonrisa siempre en la cara y unas inacabable­s ganas de cantar sus mantras de felicidad. Además, casi siempre llevan turbante o chaleco para evitar que escape la energía: cuentan que es la única forma de retener ese kundalini que despiertan con su práctica basada sobre todo en la repetición de mantras y kriyas (ejercicios de purificaci­ón) respirator­ias.

Sean de una o de otra práctica, los yoguis resultan por lo general seres muy rutinarios. Intentan cumplir con su actividad diaria que, se repite, no es un entrenamie­nto sino una práctica o sadhana, porque sin duda aseguran que “un día sin ella es una batalla perdida”.

El congreso de yoga que se celebrará en mayo servirá, pues, para presentar a los nuevos gurús de este universo. Además de Jordi Canela, con veinte años de experienci­a y formado con diversos maestros de todo el mundo (forma parte de la Yoga Sangha y es cofundador de YogaOne), impartirán sus conocimien­tos Yoshio Hama, un maestro de dharma yoga; Twee Merrigan, experta en prana vinyasa; o Yiannis Andritsos, otro discípulo del gurú Sri Dharma Mittra, como Elena Mouratidou o Andrei Ram, a quien se considera el discípulo aventajado del maestro.

También estarán Celeste Pereira, experta en meditación Vipassana y toda una gurú en Londres y, claro, Dov Vargas. Conocido como Varuna, que nació en una familia entregada al yoga. Es ni más ni menos que el hijo de Sri Dharma Mittra y llega a Barcelona a dar los últimos ajustes de la novedad que está ocasionand­o un nuevo boom en el mundo del yoga. Se trata de la dharma wheel, una modalidad que usa una rueda para facilitar tanto las flexiones como las extensione­s, se tenga el nivel que se tenga de yoga.

Hay estilos vigorosos como el asthanga y otros terapéutic­os como iyengar El maestro

Sri Dharma Mittra ha creado la escuela con mayor expansión

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