La Vanguardia (1ª edición)

PATRIMONIO INIGUALABL­E

Italia es una potencia mundial en la restauraci­ón artística. Posee talleres excelentes, ayuda en misiones en el exterior y forma a técnicos

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

Italia es una potencia mundial en la restauraci­ón de obras de arte y monumentos históricos.

Hay que tener mucha paciencia y una gran vocación para pasarse semanas reconstruy­endo unas bridas ornamental­es de caballo, del siglo VII antes de Cristo, halladas en una tumba etrusca. Una de las tareas más delicadas consiste en incrustar casi dos mil clavos de bronce. Es lo que está haciendo Stefano Ferrari en un taller del Instituto Superior de Conservaci­ón y Restauraci­ón (ISCR), una de las mejores instalacio­nes del mundo en su género, una auténtica clínica para el arte herido, en el barrio romano del Trastévere.

“La emoción se produce siempre, en algunas situacione­s más que en otras”, comenta Ferrari, quien abre un cajón y muestra a La Vanguardia otro de los encargos que tiene pendientes: restaurar una hacha hallada en el fondo de un lago, cerca de Castel Gandolfo. Data del año 1700 antes de Cristo.

En otro de los talleres está trabajando Marie-Josè Mano. Frente a ella, una mesa repleta de fragmentos de un fresco romano de Tor Vergata. “No sabemos nada de esta pintura –admite–. La estudiarem­os e intentarem­os recomponer lo que se pueda”. Mano es una veterana que se desplaza con frecuencia a Sudán, Jordania y otros países para ayudar a recuperar obras de arte y tesoros arqueológi­ne Por ejemplo, en el templo de Mut, en Sudán, el gran reto fue limpiar los frescos y jeroglífic­os de los excremento­s de los murciélago­s. “Poco a poco íbamos descubrien­do los colores –recuerda–. Fue emocionant­e. Cada restauraci­ón es motivo de estudio, y profundiza­mos en nuestro conocimien­to. Las técnicas de ejecución no son iguales en todo el mundo”.

En el mismo departamen­to de restauraci­ón pictórica, Anna Maria Marinelli debe devolver el esplendor a un cuadro barroco de 1608, de Domenichin­o (Domenico Zampieri), que se deteriorab­a en el palacio Farnese de Roma.

–¿Cuál es la sensación íntima de pasar la jornada junto a objetos artísticos con siglos de antigüedad?, preguntamo­s a Marinelli.

–Siento que estoy en contacto profundo con nuestra historia. Se percibe, se aprecia. Es un trabajo de una cierta importanci­a. Nos po- en contacto con nuestros orígenes culturales.

El origen del ISCR, que depende del Ministerio de Cultura, se remonta a 1938, durante la época fascista. Fue una iniciativa del ministro de Educación de Benito Mussolini, Giuseppe Botai, que también fue gobernador de Adís Abeba. Años más tarde se agregó al instituto una escuela universita­ria que forma a restaurado­res. Hoy, entre los talleres, el personal científico y docente, trabajan aquí unas 140 personas. El espíritu interdisci­plinar es fundamenta­l en su actividad. Se hace mucha investigac­ión aplicada.

Para Gisella Capponi, la actual directora del ISCR, la restauraci­ón ha alcanzado un nivel “que da tranquilid­ad en lo referente a las obras móviles”, los objetos que están dentro de edificios o lugares protegidos. El gran problema sigue siendo la conservaci­ón de los monumentos y las áreas arqueocos.

ÓPTIMA DIPLOMACIA La conservaci­ón del patrimonio ha roto barreras en países difíciles como Irán PACIENCIA Y CONOCIMIEN­TO Limpiar una pintura es una operación irreversib­le, más peligrosa que retocarla

lógicas que se hallan al aire libre.

La ciencia produce sin cesar técnicas y materiales innovadore­s que permiten restaurar mejor y con más control de posibles daños. Últimament­e se recurre a enzimas para limpiar pinturas.

“Las operacione­s de limpieza son las más peligrosas para una obra; es la acción más invasiva que puede hacerse en una superficie pictórica”, alerta la profesora Albertina Soavi en el taller donde se restauran pinturas sobre soporte de madera. “Un retoque puede eliminarse si no se hace bien, pero una limpieza realizada de modo inapropiad­o puede dañar una pintura –insiste Soavi–. Es algo irreversib­le. En el pasado se provocaron, por ignorancia, notables daños al limpiar. Se usó, por ejemplo, sosa cáustica, que penetra y se come la pintura”. Para Soavi, “las virtudes esenciales de un restaurado­r son la paciencia y el conocimien­to”. “No se puede trabajar deprisa –agrega–. Está absolutame­nte prohibido porque todo saldrá mal”. Entre sus alumnos hay muchas más mujeres que hombres “porque los varones no tienen tanta paciencia”.

En sus casi 80 años de existencia, el ISCR ha efectuado numerosas intervenci­ones en Italia. Entre las más relevantes figuran la restauraci­ón de la basílica de San Francisco de Asís, la superficie de piedra de la torre de Pisa, la fuente de los Cuatro Ríos (en la romana plaza Navona) y los Bronces de Riace (Calabria). En el extranjero, los técnicos del ISCR han trabajado en multitud de países, como Argelia, Afganistán, China, Egipto, Sudán, Jordania, Siria, Perú, Israel y Serbia. También forman a restaurado­res foráneos.

Capponi está convencida de que Italia, por su propia riqueza cultural, asume una responsabi­lidad especial. “Los otros países reconocen a Italia ese papel, y nosotros podemos desempeñar­lo –observa la directora–. Queremos ser embajadore­s de la restauraci­ón del patrimonio. Ir a restaurar el patrimonio de un país significa colaborar. Es casi una misión de paz”. –¿Es una diplomacia paralela? –Es una óptima diplomacia. Un país se identifica con sus bienes históricos, con sus obras de arte. Esa es su identidad nacional. Aceptan muy bien ver a personas que quieren colaborar con ellos.

Capponi ha vivido hermosas experienci­as que han acercado a Italia a países con los que compartía una historia difícil. Fue el caso de Etiopía, excolonia italiana. Después de un retraso de muchos años, Roma finalmente cumplió el acuerdo suscrito y devolvió el obelisco de Axum, una estructura de 30 metros que Mussolini se había llevado del país africano. Debido a las dificultad­es del transporte, se ofreció a los etíopes diversos proyectos de ayuda a cambio de renunciar al obelisco, pero se negaron. El monumento acabó siendo transporta­do, a trozos, en dos gigantesco­s aviones de transporte Antonov. Los responsabl­es de arte italianos y etíopes fraguaron tal amistad que los segundos fueron luego invitados a participar en la restauraci­ón de la torre de Pisa.

Otro ejemplo positivo es la cooperació­n con Irán. Tras el terremoto de Bam, en el 2003, los italianos se ocuparon de reconstrui­r una parte de la muralla. El entendimie­nto fue tan fluido que, más tarde, el ISCR empezó a restaurar otro monumento emblemátic­o de la cultura persa, la tumba de Ciro el Grande, en Pasargada.

En febrero pasado, el ISCR completó la restauraci­ón de dos bustos del Museo Nacional de Palmira, en Siria, de los siglos II y III después de Cristo, que habían sido salvajemen­te dañados por las tropas del Estado Islámico. A una de las esculturas víctimas de los iconoclast­as se le colocó una perfecta prótesis de polvo de nailon.

El perfil intercultu­ral de la profesión de restaurado­r es un aliciente para quienes cursan estos estudios. “Este oficio te da la posibilida­d de analizar materiales muy heterogéne­os, de procedenci­a muy diversa, en el tiempo y en el espacio, objetos de culturas muy antiguas ya desapareci­das –reflexiona Martina Patriarca, de 27 años, especializ­ada en cerámica, que pronto se diplomará–. Y es precisamen­te eso, esa diversidad cultural, lo que nos hace más flexibles, más tolerantes. Es lo que más aprecio de esta profesión”.

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Alumnos de la escuela del ISCR durante la restauraci­ón de un cuadro de Umberto Coromaldi, pintor italiano a caballo entre los siglos XIX y XX
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EDOARDO LOLIVA / ISCR
 ?? EDOARDO LOLIVA / ISCR ?? La investigac­ión aplicada, de carácter interdisci­plinar, es uno de los puntos fuertes del ISCR
EDOARDO LOLIVA / ISCR La investigac­ión aplicada, de carácter interdisci­plinar, es uno de los puntos fuertes del ISCR
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ISCR Una restaurado­ra italiana en el templo de Mut, en Sudán
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EDOARDO LOLIVA / ISCR Uno de los bustos de Palmira dañados por el EI y recién restaurado­s
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EDOARDO LOLIVA / ISCR En los talleres de Roma se trabaja con todo tipo de materiales

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