La Vanguardia (1ª edición)

La hiedra de los Pujol

- Isabel Garcia Pagan

Siun tramabús como el de Podemos circulara por Catalunya, la hiedra que cubre el portal de la vivienda de Jordi Pujol tendría una parada obligada. Hace un par de años, en el espacio que este diario dedicaba a la jardinería ofrecía detalles sobre la ya famosa planta: “La hiedra es una trepadora transida de ejemplarid­ad. Acepta la humedad, resiste la sequía y lo mismo vegeta al sol que a la sombra. (…) Pero conviene suprimir de vez en cuando los vástagos. Oxidan glorietas, destrozan pareces, arruinan fachadas”. No es ninguna novedad que el expresiden­t vive obsesionad­o con la preservaci­ón de su legado –es la otra “deixa”– y que el ingreso en prisión de su primogénit­o arruina su intento de salir de la penumbra en la que le sumergió la confesión del 25 de julio del 2014. Durante su encierro voluntario empezó a escribir un libro sobre el concepto de honor a lo largo de la historia, convencido de que su error “ético” no puede sepultar el resto. Otro error, de cálculo.

Mientras agentes de la Policía Nacional buscaban documentac­ión en su casa, en su despacho personal y hasta en su refugio de Queralbs, nadie en el Parlament se acordó el miércoles de Jordi Pujol. Ni para utilizar su nombre como arma arrojadiza contra la antigua Convergènc­ia y el proceso independen­tista. Molestó en el PDECat hace unas semanas la grabación de una llamada telefónica entre Lluís Prenafeta y Artur Mas hecha pública en el juicio del caso Pretoria sobre un empresario “incómodo”, pero Pujol… ya no.

Su foto no cuelga en las paredes de la sede del PDECat y, aunque hay quien sostiene que falta perspectiv­a histórica para evaluar lo que han sido 23 años de pujolismo, en el tramo final del proceso soberanist­a es más útil la trayectori­a antifranqu­ista de Lluís Llach que la del fundador de CDC.

El president Puigdemont se encargó en persona de desactivar desde el hemiciclo del Parlament la bomba de relojería del cantautor al hablar de sanciones a los funcionari­os que no cumplan con las leyes de transitori­edad. Blindó a su diputado estrella y el Ejecutivo catalán promete proteger a los funcionari­os de las consecuenc­ias de un problema político. “No somos tan suicidas como para empezar a sancionar al personal”, garantizan desde el Palau de la Generalita­t. El compromiso con el referéndum sigue su lento curso, salpicado por iniciativa­s dilatorias como la de Catalunya Sí que es Pot de acudir en busca del reconocimi­ento internacio­nal de la Comisión de Venecia.

La previsión de Puigdemont es anunciar la pregunta y la fecha de la consulta “antes de las vacaciones” por lo que entre sus consellers se da por hecho que las decisiones sobre la intendenci­a del referéndum deben comenzar a tomar cuerpo en los próximos días. Esta semana se hacía pública sin aspaviento­s la licitación de un acuerdo marco de servicios postales, lo que podría servir, o no, para garantizar el envío de papeletas.

¿Por lo demás? “Esta semana no ha pasado nada”. ¿Y Pujol? “Bastante bien”, contestó el expresiden­t a Mayka Navarro el viernes junto a la hiedra de su portal. De nuevo en la penumbra y sin “deixa”. Su “deixa”.

Nadie en el Parlament se acordó del expresiden­t mientras la policía estaba en su casa; tocaba apoyar a Llach

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