La hiedra de los Pujol
Siun tramabús como el de Podemos circulara por Catalunya, la hiedra que cubre el portal de la vivienda de Jordi Pujol tendría una parada obligada. Hace un par de años, en el espacio que este diario dedicaba a la jardinería ofrecía detalles sobre la ya famosa planta: “La hiedra es una trepadora transida de ejemplaridad. Acepta la humedad, resiste la sequía y lo mismo vegeta al sol que a la sombra. (…) Pero conviene suprimir de vez en cuando los vástagos. Oxidan glorietas, destrozan pareces, arruinan fachadas”. No es ninguna novedad que el expresident vive obsesionado con la preservación de su legado –es la otra “deixa”– y que el ingreso en prisión de su primogénito arruina su intento de salir de la penumbra en la que le sumergió la confesión del 25 de julio del 2014. Durante su encierro voluntario empezó a escribir un libro sobre el concepto de honor a lo largo de la historia, convencido de que su error “ético” no puede sepultar el resto. Otro error, de cálculo.
Mientras agentes de la Policía Nacional buscaban documentación en su casa, en su despacho personal y hasta en su refugio de Queralbs, nadie en el Parlament se acordó el miércoles de Jordi Pujol. Ni para utilizar su nombre como arma arrojadiza contra la antigua Convergència y el proceso independentista. Molestó en el PDECat hace unas semanas la grabación de una llamada telefónica entre Lluís Prenafeta y Artur Mas hecha pública en el juicio del caso Pretoria sobre un empresario “incómodo”, pero Pujol… ya no.
Su foto no cuelga en las paredes de la sede del PDECat y, aunque hay quien sostiene que falta perspectiva histórica para evaluar lo que han sido 23 años de pujolismo, en el tramo final del proceso soberanista es más útil la trayectoria antifranquista de Lluís Llach que la del fundador de CDC.
El president Puigdemont se encargó en persona de desactivar desde el hemiciclo del Parlament la bomba de relojería del cantautor al hablar de sanciones a los funcionarios que no cumplan con las leyes de transitoriedad. Blindó a su diputado estrella y el Ejecutivo catalán promete proteger a los funcionarios de las consecuencias de un problema político. “No somos tan suicidas como para empezar a sancionar al personal”, garantizan desde el Palau de la Generalitat. El compromiso con el referéndum sigue su lento curso, salpicado por iniciativas dilatorias como la de Catalunya Sí que es Pot de acudir en busca del reconocimiento internacional de la Comisión de Venecia.
La previsión de Puigdemont es anunciar la pregunta y la fecha de la consulta “antes de las vacaciones” por lo que entre sus consellers se da por hecho que las decisiones sobre la intendencia del referéndum deben comenzar a tomar cuerpo en los próximos días. Esta semana se hacía pública sin aspavientos la licitación de un acuerdo marco de servicios postales, lo que podría servir, o no, para garantizar el envío de papeletas.
¿Por lo demás? “Esta semana no ha pasado nada”. ¿Y Pujol? “Bastante bien”, contestó el expresident a Mayka Navarro el viernes junto a la hiedra de su portal. De nuevo en la penumbra y sin “deixa”. Su “deixa”.
Nadie en el Parlament se acordó del expresident mientras la policía estaba en su casa; tocaba apoyar a Llach