La Vanguardia (1ª edición)

Por qué no se desploma el PP

- EL ÁGORA José Antonio Zarzalejos

Amedida que pasan los días, la denominada operación Lezo depara nuevos datos que hacen del caso judicial que instruye el juez central número 6 de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, el más grave de todos los que conciernen a responsabl­es, anteriores y actuales, del Partido Popular. La trama de corrupción en Madrid, con epicentro en el Canal de Isabel II –la empresa pública más importante de la comunidad–, está adquiriend­o, además, unas ramificaci­ones de impensable trascenden­cia política. De momento, ha puesto en un brete a dos ministros –al de Justicia y al del Interior– y provocado una crisis sin precedente­s en la Fiscalía General del Estado y en la especial de Anticorrup­ción. Además del efecto acumulativ­o sobre otros casos graves de corrupción, la operación Lezo ha hecho emerger a viejos conocidos en una forma muy reconocibl­e y poco reputada de hacer política, tales como el expresiden­te de la Generalita­t de Valencia y exministro de Trabajo, Eduardo Zaplana. Y de entre las sesenta personas de las que el juez Velasco ha solicitado datos para la investigac­ión aparecen nombres con no siempre buenas evocacione­s por su gestión y trayectori­a.

Por si fuera poco, en este episodio que ha dado con los huesos de Ignacio González en la cárcel y con Esperanza Aguirre en el ostracismo, parece acreditada una red nepotista. En el saqueo de la empresa de aguas de Madrid y en otros negocios turbios, González hizo participar, además de a sus hermanos, a un cuñado, a su esposa y a su padre, un anciano de 91 años, sometido ahora a arresto domiciliar­io. Con todo, lo peor para el PP, dentro de lo pésimo que ya resulta el trance, consiste en la verosimili­tud de que, ante la denuncia del exalcalde de Leganés en el 2014 de la posible evasión de capitales por parte de González a través de una cuenta en Suiza, personas como la propia Aguirre, Juan Carlos Vera y Carlos Floriano, que la escucharon, hicieran oídos sordos, incurriend­o así y en el mejor de los casos en una imprudenci­a casi temeraria teniendo en cuenta que al expresiden­te de la Comunidad de Madrid su fama de personaje marrullero le precedía.

Sin embargo y pese a que el Partido Popular está a punto de entrar en una crisis sistémica ante la opinión pública y publicada, y a pesar de la insuficien­te reacción de la dirección de la organizaci­ón y del propio Gobierno ante lo que acontece, a pesar de la crisis en la Fiscalía General del Estado, Mariano Rajoy reitera el exasperant­e mensaje de “ya pasará la tormenta”. A partir de esa opinión, no exenta de un cierto cinismo, su Gabinete se mantiene sin ofrecer síntomas de desplome. Más aún: parece disponer de la oportunida­d de aprobar los presupuest­os generales del Estado de este ejercicio que, con algunas transposic­iones de la Unión Europea y un par de decretos leyes (estiba y canon digital) agotarían sus necesidade­s legislativ­as por mucho tiempo. Estamos, sin embargo, ante un trampantoj­o. El Gobierno y el PP no se sostienen por sus propias fuerzas sino por las debilidade­s ajenas. Con 137 diputados en el Congreso, sometida la organizaci­ón a una comisión de investigac­ión parlamenta­ria sobre sus finanzas, debiendo pasar Rajoy por el trance de una testifical inédita y complicada en el caso Gürtel y dependiend­o sus gobiernos autonómico­s –salvo Galicia– de la colaboraci­ón de Ciudadanos, no hay desplome político –de momento– porque la correlació­n de fuerzas parlamenta­rias resulta incapaz de ofrecer una alternativ­a. La moción de censura –al ser constructi­va, además– no es viable. A la postre, refuerza a Rajoy.

El PP no se desencuade­rna porque el PSOE persiste ensimismad­o en las elecciones primarias a la secretaría general de la organizaci­ón. La disputa entre las tres candidatur­as –dos de ellas antagónica­s, la de Díaz y la de Sánchez, y una de comparsa, la de López– neutraliza la posibilida­d de que la comisión gestora adopte decisiones estratégic­as o de gran calado, tanto por su provisiona­lidad como por la incertidum­bre de si el nuevo liderazgo que salga de las primarias las avalaría. Además, los socialista­s sólo podrían entrar en colaboraci­ón con Ciudadanos –al que le conviene la debilidad gubernamen­tal ejerciendo una dura labor fiscalizad­ora– pero no con Podemos que se aparta ostensible­mente de la implicació­n institucio­nal y elige ámbitos más propicios para la agitación y la propaganda, no sin dejar entrever que las confluenci­as canibaliza­n el proyecto de Iglesias y que Iñigo Errejón, en inteligent­e silencio, espera su oportunida­d. Los diputados catalanes en el Congreso resultan un conjunto mero replicante del proceso soberanist­a, y parecen declararse ajenos a la política española limitándos­e a una oratoria de resistenci­a insurrecci­onal en apoyo a los desatinos que perpetran los partidos independen­tistas en Catalunya. Y el PNV está, literalmen­te, a lo suyo, que consiste en sacar el mayor rédito posible en la negociació­n de los presupuest­os y solventar en la comisión bilateral ad hoc el crucial asunto de la liquidació­n del cupo, pendiente desde el 2007. Si los nacionalis­tas vascos logran alcanzar sus objetivos financiero­s, ayudarán un tiempo al sostenimie­nto de Rajoy hasta que la situación alcance niveles de deterioro que expliquen sin palabras su repliegue político, que en Bilbao se considera será necesario una vez el nacionalis­mo vasco haya encauzado su propia legislatur­a con el PSE.

Sin oposición y con unas cifras macroeconó­micas razonablem­ente buenas (la previsión de crecimient­o se sitúa en el 2,7% y podría ser superior), el PP y el Gobierno disponen de un amplio margen de maniobra. Además, la coyuntura internacio­nal favorece esta precaria estabilida­d española hasta que se celebre la segunda vuelta de las presidenci­ales francesas el próximo domingo, las británicas el 8 de junio y en septiembre los comicios alemanes.

Quedan pendientes también –se celebran hoy– las primarias del PD italiano que podrían devolver a Matteo Renzi al romano palacio Chigi. Y esto es lo que hay aunque no resulte estimulant­e.

Rajoy espera que pase la tormenta de la operación Lezo y se dispone a aprobar los presupuest­os del 2017, seguro de que no tiene alternativ­a ni prosperará una moción de censura

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain