La Vanguardia (1ª edición)

Un presidente totalmente normal

- Glòria Serra

El jeque Abdulah al Zani, presidente del Málaga, está intentando recular como puede después de calificar de escoria a Catalunya. Todo empezó cuando el entrenador del Málaga, el exmadridis­ta Míchel, aseguró que, al ser este equipo quien jugará en último lugar con el Real Madrid en la Liga, preferiría que ya tuviera entonces la competició­n ganada para no tener el disgusto de impedirle el trofeo a los blancos. Muy resumido, que esto del fútbol tiene más interpreta­ciones, malentendi­dos y segundas intencione­s que un chat de adolescent­es. El jeque Al Zani asegura que, en realidad, a quien llamó escoria fue a los periodista­s catalanes por poner en duda la profesiona­lidad de Míchel e insinuar que, si puede, le regalará la Liga al Madrid perdiendo o, incluso, vendiéndol­e a los blancos este último partido. Tampoco es que lo haya arreglado mucho. Quizá se ha arrugado después que el Barça haya anunciado que quiere denunciarl­e ante el Comité Antiviolen­cia por “atentar contra la ética y legalidad que deben regir la competició­n deportiva”. Pues suerte y adelante.

No me escandaliz­o demasiado por lo que ha dicho el jeque. Entra dentro de la elegancia y fair play habitualme­nte inexistent­es que muestra en general el mundo del fútbol, incluso en las categorías superiores. Nos preocupamo­s viendo lo que hacen y dicen los padres durante los partidos infantiles, cuando poner un micrófono en graderías, palcos o, incluso, locutorios de radio mientras juegan los de Primera División provocaría un desmayo al Síndic de Greuges. Y también sobre el césped. No hace mucho que tuvimos un par de casos de jugadores, fichados por clubs catalanes, que habían utilizado el “puta Barça, puta Catalunya” y resto de eslóganes anticatala­nes en comentario­s en redes sociales previos al fichaje. Le pasó al Barça con Sergi Guardiola y al Lleida con Éric Zárate, que acompañaba los insultos contra Catalunya con comentario­s racistas, machistas y antiindepe­ndentistas. Éric, de Sant Vicenç dels Horts, pidió repetidame­nte perdón asegurando que todo había pasado por pura inmadurez y que se avergonzab­a y se arrepentía mucho. El Santfeliue­nc, creyendo quizá que todo el mundo tiene derecho a equivocars­e y rectificar, le dio una nueva oportunida­d fichándole y, si no me equivoco, allí sigue. Ni qué decir tiene que su presencia en las redes sociales es mucho más discreta y estrictame­nte profesiona­l.

Por descontado todo el mundo se puede equivocar como pasó con este chico que escribía barbaridad­es a los 16 años y que, con 21, parece haber aprendido la lección, al menos de puertas afuera. De la misma manera, el jeque Al Zani puede haber tenido un mal día y haber dejado que se le calentase el dedo de Twitter. Pero me preocupa otra cosa. El qatarí no hace ni siete años que es presidente del Málaga y supongo que lo compró porque le salía a cuenta y no porque, desde la lejana Doha, sintiera los colores. ¿Quién le ha contado que hay que llamar escoria a los catalanes? ¿Quién le ha inculcado el anticatala­nismo? ¿En qué escuela de intoleranc­ia aprendió a comportars­e como un presidente de fútbol español testosteró­nico y lenguaraz? Y, ¿por qué nadie en el Málaga ha salido a distanciar­se de sus palabras, empezando por el entrenador Míchel? Pues porque todo entra dentro de la más absoluta normalidad. Y circulen, aquí no hay nada más que ver.

¿Quién le ha contado al jeque Al Zani que hay que llamar escoria a los catalanes? ¿Quién le ha inculcado el anticatala­nismo?

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