El Penedès desentierra sus ancestros vitivinícolas
Restos de diversas épocas, entre ellos vestigios ibéricos de los siglos IV y III a.C., aparecen bajo los viñedos de Segura Viudas en Torrelavit
Bajo las viñas de la Heredad Segura Viudas, en Torrelavit, han sido hallados restos arqueológicos que incluyen centenares de fragmentos cerámicos de época íbera, datados entre los siglos IV y III a. C. (la segunda edad del hierro), momento de esplendor de la cultura íbera en el nordeste peninsular.
A lo largo de la investigación arqueológica, que se ha desarrollado durante el último año, se ha podido identificar materiales de todas las épocas históricas: contemporánea, moderna, medieval y antigua. El director de comunicación de Segura Viudas, Pere Bonet, afirma que el hallazgo “es la constatación de que el pedigrí de la heredad es único, e incorpora un atributo importante para nuestra marca pero también para el conjunto del territorio y el sector del cava”. Bonet añade: “Es una satisfacción que los trabajos realizados siguiendo la intuición y la sabiduría de los arqueólogos hayan resultado ser tan positivos”.
La prospección arqueológica se inició en abril del 2016, en el marco de un proyecto coordinado por la bodega Segura Viudas realizado por el equipo de la cooperativa ArqueoVitis, dirigido por Daniel López. La prospección se ha realizado a lo largo de 41, 3 hectáreas, intentando no dañar a las vides de la propiedad.
Sorprendentemente, se afirma desde Segura Viudas, el equipo de arqueólogos ha desenterrado una cantidad excepcional de piezas cerámicas de época íbera. De entre todas las piezas recuperadas destacan un plato hondo para el servicio en mesa y para comida sólida o líquida, dos tinajas para cereales, legumbres o carne y un ánfora para almacenar y transportar vino.
Este tipo de recipientes permiten a los arqueólogos afirmar que el yacimiento íbéro descubierto delante de la bodega era un asentamiento rural, inédito hasta ahora en Torrelavit. Estos hallazgos remiten al cultivo, almacenamiento y consumo de cereales y vino hace ya más de dos mil años en la ribera del río Bitlles. Los investigadores afirman que se trata de una situación estratégica para el comercio en época íbera, ya que el mismo río actuaba como camino natural entre los núcleos de Sant Pere de Riudebitlles y Sant Sadurní d’Anoia, y muy cerca de la vía Heráclea, sobre la que los romanos construyeron la vía Augusta. También recuerdan que “en la base de la estructura social de los íberos se encontraban los asentamientos rurales, como el de este yacimiento hallado en el Alt Penedès, que abastecían todo el territorio con la producción de cereales, carne y vino. Estos productos serían después repartidos desde los núcleos de distribución, como el del yacimiento de la Font de la Canya de Avinyonet del Penedès, y hasta las ciudades y los puertos principales, como Banyeres del Penedés o Sitges”.
El hallazgo de un ánfora es especialmente relevante porque permite profundizar en la tradición milenaria del cultivo de la viña y el consumo del vino en estas tierras, que fueron dos de las innovaciones más relevantes de la edad del hierro. Llegaron a la península Ibérica de la mano de los fenicios, pero el cultivo local se extendió unos siglos más tarde, hace unos 2.300 años, con la llegada de los griegos. Es en este momento, a partir del siglo IV a.C. y gracias a los trabajos agrícolas de las poblaciones de íberos, que se delimita y configura el paisaje del Penedès tal y como lo conocemos hoy en día.
Inicialmente el vino fue considerado un bien muy preciado. Posteriormente, cuando se produjo localmente en asentamientos rurales y se popularizó, protagonizó la mayoría de los acontecimientos sociales.