La Vanguardia (1ª edición)

Intensidad suprema

- Joan Golobart

Partido de extrema intensidad en Cornellà-El Prat. Como si ese ingredient­e fuese indispensa­ble para el equipo que quisiera sacar adelante su resultado. A partir de ahí, conseguir elaborar una sola jugada era una auténtica tarea de titanes. Parecía como si se tratara de una final, y los pequeños pero determinan­tes detalles serían claves. Y así ocurrió con el error de Jurado.

Un Espanyol de manual. Quique Sánchez sabía perfectame­nte cuál era el protocolo que seguir para complicar la vida al Barcelona. Sus jugadores pusieron en práctica toda una serie de mecanismos que le acercaban a poder competir frente a los de Luis Enrique. Presión alta al inicio del encuentro que se fue alternando con esperas atrás para impedir que el Barcelona encontrara su ritmo de juego. Sacrifico físico para tratar de tapar todas las zonas del campo, con presión alta sobre el jugador al que le llegaba el balón. Cubriendo los espacios entre líneas para evitar a Messi y los pases interiores. Sólo fallaron algunas salidas tras el robo, donde se perdieron esféricos demasiados peligrosos. Y faltaron apoyos en la banda para ser referencia de las salidas, pero tenía su lógica ya que el ser eficaz en el repliegue obligaba a abandonar espacios del campo. Y mucha culpa de ello la tuvo un Barcelona que compitió con una intensidad suprema. Y lo siguió haciendo cuando marcó el primer gol.

Un Barcelona comprometi­do. Es cierto que la victoria frente al Madrid ha otorgado al Barcelona un plus de autoestima que le facilitó la actitud frente al Espanyol. Pero aun así, supo entender que la victoria sólo podía llegar por exprimir al máximo las acciones para adelantars­e en el marcador a través de un error de los blanquiazu­les. Las opciones de Liga pasaban por ponerse el mono de trabajo, y el Barça lo hizo a la perfección. Y quizá como hacía tiempo que no sucedía, el ataque azulgrana fue mucho más armónico y mucho menos volcado a la banda izquierda. El bloqueo generado por los pericos en la zona de Neymar y Alba fue aprovechad­o por Sergi Roberto para tratar, con sus inteligent­es proyeccion­es, de llegar con el esférico hasta las inmediacio­nes de López.

Seguridad sin balón. El de ayer era un encuentro que enfrentaba a dos equipos con virtudes y de- fectos muy diferencia­dos. Un Barcelona terribleme­nte dominador con el esférico en sus pies, pero muy débil cuando no lo tiene. Delante estaba un Espanyol que a veces se ha mostrado más sólido cuando no ha tenido el esférico. Según este razonamien­to, podíamos entender que el resultado positivo lo conseguirí­a aquel que lograra mantener su virtud y equilibrar algo su defecto. Y en ese sentido, el Barcelona supo dar un paso adelante. Fue muy eficaz elaborando el repliegue. Incluso me sorprendió que hubo momentos en que parecía que se encontraba a gusto. Quizás un elemento clave para que esto sucediera fue la actuación de Umtiti, un jugador potente, ágil, con buen manejo del balón y que poco a poco se va convirtien­do en un líder.

La victoria en Madrid ha otorgado al Barcelona un plus de autoestima que le ayudó mucho ayer

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PAU BARRENA / AFP Gerard Piqué intenta retener el balón ante la presencia de Aaron
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