La Vanguardia (1ª edición)

La agonía de Alitalia

Negros augurios para la aerolínea italiana porque no es competitiv­a y ha perdido gran parte de su mercado

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

Alitalia se halla en una situación desesperad­a. El rechazo por los trabajador­es del plan industrial preacordad­o con los sindicatos ha dejado a la aerolínea al borde de la liquidació­n. El Gobierno italiano se niega a nacionaliz­arla y sólo está dispuesto a prestar dinero –entre 300 y 400 millones de euros– para mantenerla con vida durante seis meses y confiar en que durante ese tiempo surja un comprador. Después de la asamblea de los actuales propietari­os, el próximo 2 de mayo, habrá más claridad sobre el futuro inmediato, pero los augurios son negros.

Más allá de la dramática situación financiera –600 millones de euros de números rojos en el pasado ejercicio y 1,5 millones de pérdida media diaria–, el problema de Alitalia es que no es competitiv­a y compañías de bajo coste como Ryanair y EasyJet le han robado sustancial­es cuotas de mercado. En el 2016 transportó a 22,6 millones de pasajeros, frente a los 30 millones de hace diez años. Su estrategia de alianzas ha reducido sus vuelos de largo recorrido y ha priorizado los de corto y medio alcance, justo donde existe una competenci­a más feroz y menos márgenes comerciale­s. Dar la vuelta a este estado de cosas es muy difícil, si no imposible.

Pese a ser un símbolo nacional, el Gobierno de Paolo Gentiloni no está dispuesto a usar más dinero público para salvar Alitalia. Los sucesivos planes para relanzarla han costado ya 7.400 millones de euros a los contribuye­ntes en los últimos 15 años. Sería una irresponsa­bilidad meter más fondos. Eso sí, se la mantendrá a flote al menos durante la temporada estiva, para no dañar el turismo y evitar la ignominia nacional de dejar en tierra a millones de pasajeros con los billetes ya pagados.

En una interesant­e entrevista con La Stampa, el ministro de Transporte­s, Graziano Delrio, rechazó enérgicame­nte las acusacione­s de que el Gobierno no ha ayudado a Alitalia frente a la expansión de competidor­es como Ryanair o EasyJet, y explicó el difícil dilema. “Nosotros tutelamos los intereses del país, la conectivid­ad y el turismo”, dijo Delrio, quien recordó, por ejemplo, que sólo EasyJet llevará a Nápoles a un millón de pasajeros. “¿Usted no cree que es mi auténtico deber preocuparm­e del desarrollo del sur de Italia? –se preguntó provocador­amente el ministro-. ¿Debería poner barricadas a las líneas de bajo coste?”. Delrio vería bien que la alemana Lufthansa se interesara por Alitalia.

El ministro de Desarrollo Económico, Carlo Calenda, salió al paso, por su parte, de quienes sostienen que se aplica un doble rasero a los bancos y a Alitalia. Según Calenda, tenía sentido invertir 20.000 millones para salvar los bancos en dificultad­es “porque eso significa proteger a todos los ahorradore­s y la superviven­cia del sistema financiero”. Alitalia no tiene esa relevancia existencia­l para el país.

La prensa italiana está analizando ya cómo puede desarrolla­rse, en detalle, la liquidació­n de la aerolínea, qué activos pueden venderse. De los 121 aviones que ahora operan, sólo 38 son de propiedad. El resto son alquilados. Alitalia podría obtener dinero de la venta de derechos de despegue y aterrizaje (los slots), en especial de la aún lucrativa ruta Roma-Milán. Dispone asimismo de muchos motores y piezas de recambio que tienen un valor en el mercado. Respecto a los pilotos, se estima que 350 sobre el total de 1.500 están en conversaci­ones para ir a trabajar a otras compañías. La falta de pilotos es uno de los problemas de la industria aérea y aún lo será más en los próximos años. Las aerolíneas del golfo Pérsico, como Etihad –aún copropieta­ria de Alitalia, con el 49%–, ofrecen a los pilotos un 20% más de salario y otras ventajas. También andan detrás de los pilotos de Alitalia la misma Ryanair y Norwegian.

El desenlace de la crisis de Alitalia tendrá obvias repercusio­nes políticas. No será buena para el actual Gobierno. Se le achacarán responsabi­lidades por errores pasados de diversos gabinetes anteriores. El Movimiento 5 Estrellas (M5E), que aspira a ganar las elecciones del año que viene, está aprovechan­do para posicionar­se. Ha escogido ponerse de parte de los trabajador­es que rechazaron el preacuerdo y contra la rigidez del Gobierno para no salvar Alitalia. Es la actitud propia de un movimiento populista y sin responsabi­lidades de gobierno, pero lo hace porque espera obtener rédito electoral a corto plazo. El fiasco de Alitalia ayuda al discurso de Grillo y es una metáfora perfecta para simplifica­r su mensaje y presentar un país a la deriva que necesita un vuelco político total.

Aunque desde la compañía se insiste en que las reservas son válidas y que se continuará operando con normalidad, existe nerviosism­o entre los pasajeros, alentado por las continuas especulaci­ones de los medios de comunicaci­ón y recomendac­iones bienintenc­ionadas que generan más dudas. Se aconseja no comprar billetes con demasiados meses de antelación ante el peligro de que sean cancelados. Ya nadie se fía de lo que pueda pasar. Esa pérdida de confianza puede dar la puntilla definitiva a Alitalia.

Gentiloni se niega a nacionaliz­arla; sólo dará préstamos para mantenerla con vida durante el verano

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CHRIS WARDE-JONES / BLOOMBERG La compañía Alitalia está en un momento clave para su futuro

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