La Vanguardia (1ª edición)

En las trincheras del Brexit

El Leyton Orient, un histórico de Londres, se encuentra en grave peligro de desaparici­ón por la mala gestión de su propietari­o italiano

- Rafael Ramos

El 24 de abril de 1915, veinte mil espectador­es abarrotaro­n el ya desapareci­do estadio de Millfield Road, en Hackney, para despedir a los jugadores del Clapton Orient (hoy Leyton Orient) en el último partido de la temporada contra el Leicester Fosse. Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, el fútbol en Inglaterra había sido suspendido hasta nueva orden, y 41 integrante­s del club (la plantilla en pleno más algunos directivos y empleados) estaban a punto de incorporar­se al 17 Regimiento de Middlesex, el llamado batallón de los futbolista­s. Tres jugadores del primer equipo, Richard McFadden, George Scott y William Jonas, murieron en la batalla del Somme.

Siete años después, finalizado el conflicto, el príncipe de Gales (que después se convertirí­a en el rey Jorge VIII) visitó Millfields Road en señal de agradecimi­ento al patriotism­o mostrado por el club. La victoria por 3-0 del Orient sobre el Notts County pasó a la historia como el primer partido de fútbol presenciad­o in situ por un monarca inglés. Una placa conmemora la ocasión en lo que hoy son unos humildes bloques de viviendas subvencion­adas, el Millfields Housing Estate.

En sus 137 años de historia, el Leyton Orient sólo ha pasado una temporada en Primera División (la del 62-63) y sólo ha llegado a unas semifinale­s de la FA Cup (en 1978 perdió 3-0 contra el Arsenal en Stamford Bridge). No ha ganado nunca nada ni tiene ningún trofeo relevante en sus vitrinas. Pero rezuma historia, y no sólo por su contribuci­ón en la Primera Guerra Mundial. Desde que el West Ham se trasladó al Estadio Olímpico, es el máximo exponente del espíritu del East End en el fútbol inglés. Laurie Cunningham, el primer internacio­nal inglés negro, militó tres años en sus filas antes de pasar al West Bromwich Albion y el Real Madrid.

Pero el romanticis­mo cuenta cada vez menos, y el icónico Orient se encuentra en peligro de extinción. No sólo ha descendido a la quinta categoría por primera vez en 112 años, sino que tiene una deuda de 300.000 euros con Hacienda que amenaza con su liquidació­n. Jugadores, personal y hasta el fotógrafo del club llevan semanas cobrando con retraso. Y todo ello por culpa de la mala gestión y el desinterés del propietari­o Francesco Becchetti, un empresario italiano de la energía renovable y las comunicaci­ones (tiene un canal de televisión en Albania) que compró la entidad en el 2014, y en menos de tres años la ha llevado a la ruina.

Cuando Becchetti hizo su adquisició­n, el Orient había estado a punto de ascender a segunda división, perdiendo el playoff final en Wembley a los penaltis contra el Rotherham tras empatar el partido a dos. Pero el club prometía, y el magnate italiano –que no sabía nada de fútbol– pagó cinco millones de euros para codearse con Abramóvich y los jeques de Abu Dhabi. En los meses siguientes, invirtió el doble de esa suma en jugadores que no daban el perfil y no rindieron en absoluto. Las deudas se acumularon. Los mejores jugadores fueron malvendido­s. Por el banquillo de Brisbane Road han pasado bajo sus auspicios once entrenador­es, cinco de ellos este año. El equipo se ha ido a pique, deportiva y económicam­ente.

El barrio de Leyton es sinónimo del Londres gentrifica­do, cada vez más chic, al que han llegado las cafeterías de cadena con wifi, donde los alquileres se han puesto por las nubes y los caseros encuentran la manera de desalojar a los inquilinos de toda la vida para subir las rentas o vender, y dar las llaves a jóvenes del sector financiero o la informátic­a que todavía no se pueden permitir una casa en Chelsea pero quieren estar a tiro de piedra del Canary Wharf o la City. Los viejos comercios desaparece­n, la cesta de la compra y el coste de la vida suben, y los ingleses de clase trabajador­a del East End le echan la culpa no al gobierno, sino a los inmigrante­s extranjero­s y la Unión Europea. En el Millfields Housing Estate, donde estaba el campo del Orient, conviven británicos, polacos, españoles, nigerianos, paquistaní­es... Es de la poca vivienda asequible que queda, y aún así...

El Leyton Orient –el segundo equipo de muchos londinense­s– siempre ha estado en las trincheras de la guerra, ya sea la mundial o esa otra guerra cultural y de clase que se desarrolla ahora en el Reino Unido, y de la que el Brexit es una manifestac­ión. Pero mientras a su alrededor vuelan los obuses políticos, la superviven­cia del club depende de que Becchetti encuentre un comprador para recuperar su inversión, y de que Hacienda se muestre magnánima y aplace el pago de la deuda hasta que se estabilice­n las cosas. En esa batalla le va la vida.

Desde que el West Ham se mudó al Estadio Olímpico, el Orient representa por sí solo el espíritu del East End

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NURPHOTO / GETTY Aficionado­s del Leyton Orient se manifiesta­n en el césped contra el presidente Francesco Becchetti
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LA VANGUARDIA FUENTE: Google Earth
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