La lección del único antecedente
El despido de James Comey al frente del FBI abre interrogantes. La senadora Elizabeth Warren afirmó que esta decisión no es más que un intento de tapar la conexión rusa. Carl Berstein, uno de los dos periodistas que destaparon el Watergate, que acabó con el presidente Nixon, calificó este momento de “terrible para la historia de Estados Unidos porque un presidente trata de evitar una investigación”. En el debate de si esto se parece al Watergate o no –entonces despidieron al fiscal especial pero se mantuvo al director del FBI–, Berstein señaló que “los senadores tuvieron un papel heroico”, mientras que ahora, el presidente del Senado, Mitch McConnell, cree innecesaria un investigador especial. El calificado como abuso de poder continuará en el comité de inteligencia. Su máximo responsable, el conservador Richard Burr, dijo que Comey podría declarar la próxima semana, aunque a puerta cerrada. Otro asunto es quién será el elegido por Trump para sustituirle. Se teme a alguien cercano a él, lo que provocará una larga y tensa confirmación. Comey no es el primer director del FBI despedido. Bill Clinton echó a William Sessions en julio de 1993, después de un informe que avaló la decisión por corrupción. Su sucesor, Louis Freeh, se convirtió en una pesadilla para Clinton, al que sometió a una profunda pesquisa. Pero Clinton no se arriesgó a defenestrarlo por el posible escándalo que causaría.