Deprisa, deprisa
Lo que Macron no haga en los primeros tres meses de mandato no lo hará nunca, dice su mentor
Lo que el nuevo presidente no haga en los primeros tres meses de su mandato, no lo hará nunca”. Lo dice Jacques Attali, incombustible consejero de sucesivos presidentes de Francia, de izquierda y derecha (a todos aconsejaba lo mismo), y uno de los padrinos-creadores de Emmanuel Macron.
Este hombre, que lleva 30 años predicando en Francia las recetas socioeconómicas y empresariales de Bruselas, habla con conocimiento de causa. A los franceses hay que pillarlos por sorpresa, hacerles tragar la píldora rápido, antes de que tengan tiempo de sacar las pancartas del armario y salir a la calle a protestar. Lo que no se haga enseguida, aprovechando la dinámica de la espléndida y frágil victoria presidencial, se le atascará a Emmanuel Macron.
Bruselas y Berlín exigen el recorte del 20% en costes laborales para ganar “competitividad”. El programa de Macron, que no habla de “reformas” sino de “transformación”, se apresta a realizarlo, bien directamente, vía profundización de la reforma laboral, bien con cambios en los sistemas de pensiones y del seguro de paro.
Todo esto es muy complicado de imponer en Francia y se pretende hacer por decreto. El primer tramo de esta política se impuso la pasada primavera y dio lugar a una huelga general, semanas de manifestaciones y ocupaciones de plazas públicas en sesenta ciudades del país, en condiciones de estado de urgencia. Hubo violencia, pero no muertos. Por eso, por necesidad de aprovechar la dinámica de la victoria y por el principio enunciado por Attali, ahora se impone una Blitzkrieg, una guerra relámpago.
La Unión Europea no ha esperado ni a la investidura de Macron, el próximo domingo, para recordarle a Francia que “gasta demasiado”. Tras unas elecciones en las que la política europea y el papel de Alemania en ella han sido puestas en la picota de una forma inusitada en este país, y después de que los franceses, pese a todo, hayan elegido al candidato más europeísta posible, “en Bruselas no han sabido decir nada mejor que ese pobre recordatorio de los criterios presupuestarios”, señalaba ayer la editorial del diario católico La Croix.
Macron fue la persona que hace dos años presentó en el Elíseo ante François Hollande a Peter Hartz, el jefe de personal de Volkswagen, organizador de sonadas visitas a burdeles brasileños de cuadros de su empresa, mucho más conocido como arquitecto de las “reformas Hartz” base de la Agenda 2010 del canciller Schröder, el modelo que se quiere para Francia y que Macron ha traducido al francés como ha podido.
En Berlín no se fían de Francia, o bien quieren tener bien amarrado a Macron por si el joven presidente de 39 años se viera tentado de salirse del guión. A Hollande le pasó lo mismo en el 2012, cuando The Economist presentaba al manso primer secretario del PS en portada como, “el hombre más peligroso de Europa” por haber declarado aquel enero que su enemigo era “el mundo de las finanzas”. Macron no ha dicho nada de ese estilo. Al revés, su trayectoria y padrinajes son meridianos y suscitan la máxima confianza, pero ya hay una presión.
¿Cómo interpretar si no las noticias falsas reiteradamente publicadas por la prensa alemana sobre la supuesta voluntad de Macron de introducir eurobonos? Nadie habla de esto en Francia, ni Macron lo ha dicho nunca, ni hay rastro de eurobonos en su programa.
El programa europeo del nuevo presidente consiste en demostrar su voluntad transformadora en Francia y obtener a cambio concesiones alemanas. Cree que una actitud de plena conformidad con Berlín rendirá más que cualquier otra cosa.
A partir de ahí, su discurso propone “refundar” la Unión Europea a base de “convenciones populares” que en cada país elaboren ideas de reforma para salir de la crisis, algo que en Berlín no se toman muy en serio. La única convención que los alemanes tienen en mente son las elecciones de septiembre.
Macron quiere un ministro de finanzas y un presupuesto europeos, sin aclarar el detalle de si Bruselas y el ministro Wolfgang Schäuble estarían facultados para dictarle a Francia el presupuesto, algo que no parece muy realista. Macron quiere también que la política de Bruselas sea controlada por un Parlamento Europeo fortalecido y más legitimado democráticamente.
De Berlín llegan noticias falsas: Macron quiere introducir los eurobonos en la Unión Europea, se dice