No más divorcios a la italiana
El Tribunal Supremo no ve justificadas pensiones millonarias para mantener “el tren de vida”
La aprobación de la ley del divorcio, en 1970, provocó una fuerte sacudida en la católica y papista Italia. Pero la sociedad estaba ya madura, como demostró el nítido resultado del referéndum, cuatro años después. Hacía mucho tiempo que se vivía en la hipocresía, retratada magistralmente en la comedia Divorcio a la italiana (1961), protagonizada por Marcello Mastroianni, Daniela Rocca y Stefania Sandrelli. En aquella película, ambientada en la Sicilia rural, el barón Ferdinando Cefalù (Mastroianni) ingenió un “delito de honor” para desembarazarse de su esposa y poder casarse con su joven amada. Su plan casi triunfa pero se tuerce al final.
Los italianos se rieron con el filme, aunque debieron esperar todavía unos años para separarse legalmente. Ahora ha pasado casi medio siglo de esa ley histórica y, sin embargo, una revolucionaria sentencia judicial acaba de cambiar las reglas del juego. Una de las contrapartidas que logró en 1970 la Democracia Cristiana fue que el miembro económicamente más débil de la pareja recibiera una generosa pensión vitalicia del cónyuge que le permitiera mantener en lo posible “el tren de vida” llevado durante el matrimonio. El fallo del Tribunal Supremo dictado anteayer establece que la solidaridad posconyugal y la protección del más débil no puede llevarse al extremo de asegurar que el otro mantenga el mismo nivel de vida con carácter vitalicio, como ha sido el caso en sonados divorcios como el de Silvio Berlusconi, cuya última esposa, Veronica Lario, recibe del ex primer ministro una pensión de 1,4 millones de euros (ella pedía más del doble, pero quedó rebajada).
Según el alto tribunal, en una concepción moderna del matrimonio este debe ser visto como “una opción existencial, libre y consciente, que se caracteriza por la asunción plena del riesgo de un eventual cese de la relación”. Los jueces consideran que ha de superarse “la concepción patrimonialista del matrimonio, entendida como una colocación (social) definitiva, porque el divorcio ha sido absorbido por la costumbre social”.
El tribunal no niega la posibilidad de pensión, sino que establece que esta sea fijada, caso por caso, teniendo en cuenta la capacidad del cónyuge débil para mantenerse por sí mismo, sus ingresos, sus propiedades, su salud, edad, disponibilidad de vivienda propia y posibilidad de trabajar. Ahora bien, el tren de vida anterior no puede estipularse como baremo para la pensión.
La importante decisión se ha tomado al estudiar una situación concreta, la del exministro de Economía Vittorio Grilli, que estaba pleiteando con su exesposa, la estadounidense Lisa Caryl Lowenstein. La pareja se conoció en Estados Unidos cuando ambos eran estudiantes. Después de que el matrimonio se rompiera, en el 2013, surgió la agria disputa. Ella estaba acostumbrada a un alto tren de vida. En una maniobra de chantaje, incluso reveló que él tenía una cuenta en un paraíso fiscal.
La sentencia ha sido recibida con división de opiniones. Hay quien piensa que ya era hora de poner fin a ciertos abusos y a pensiones de escándalo para los excónyuges de algunos futbolistas y artistas. Es posible que Berlusconi vuelva a litigar con Lario y logre una nueva rebaja sustancial de la asignación. Lo mismo sucederá con otros personajes famosos. Los críticos sostienen que la sentencia no es nada neutra y que, en la práctica, puede ser injusta y perjudicar a muchas mujeres que quizás hayan sacrificado por amor y por criar a los hijos una exitosa carrera profesional –a expensas del marido– y, en caso de divorcio, se encuentren con una asignación económica muy por debajo de la que merecerían por el esfuerzo realizado en la vida en común.
La realidad de la calle, no obstante, muestra que muchos hombres separados caen en una gran precariedad real. Según la asociación Adamo, sobre unos 4 millones de varones divorciados en Italia, unos 800.000 viven por debajo del umbral de pobreza y una parte incluso termina entre los sintecho. A pesar del último cambio legal, divorciarse, además del trauma vital que supone, continuará siendo, para la mayoría, un mal negocio.
El fallo judicial en Roma puede forzar la revisión de casos célebres como el de la ex de Berlusconi