La ecuación Macron
Detrás de la fiesta de la renovación política se esconde un giro a la derecha
Periodistas y observadores políticos franceses siguen estos días con lupa el proceso de solidificación del nuevo partido del presidente electo, que no ha despejado la incógnita de quién será primer ministro.
Periodistas y observadores políticos franceses siguen estos días con lupa el proceso de solidificación del nuevo partido del presidente electo Emmanuel Macron, La República en Marcha (REM). Una novedad de la siempre porosa vida política francesa es que el nuevo partido, que está formando sus listas electorales compaginando el espíritu de renovación con el más tradicional mercadeo, guarda muy bien el secreto: nadie sabe a quién va a nombrar Macron como primer ministro. Seguramente, solo el propio Macron y su fontanero mayor, Alexis Kohler, que suena como secretario general del Elíseo, están en el secreto. A lo mejor, incluso, ni ellos mismos lo saben, porque aún no lo han decidido.
Pero de tanto examinar con lupa estas minucias, se pierde de vista lo esencial: lo que se está fraguando, detrás de toda esta Disneylandia de la renovación política, es un claro giro a la derecha de la política en Francia.
Tanto si el nuevo centrismo logra una mayoría en las legislativas de junio, como si se ve forzado a entrar en algún tipo de fórmula de coalición, el resultado va a ser parecido, y siempre con el vector principal orientado más hacia la derecha, y más determinado hacia soluciones de terapia de choque que lo que se ha visto en la presidencia del timorato François Hollande.
Respecto a la “renovación” que el partido de Macron reivindica, en realidad es un rasgo común a todas las fuerzas políticas de la futura Asamblea Nacional. La ley contra el cúmulo de mandatos que Hollande estableció determina que muchos profesionales de la política tengan que dejar sus puestos. Los de Macron (REM) dicen que su partido ha captado a un 50% de gente nueva. Pues bien los rancios Republicanos dicen que en sus listas habrá un 60% de nuevos. Y nuevos serán también los diputados del Frente Nacional y de la izquierda de la Francia Insumisa, la mayoría de cuyos candidatos son “sociedad civil”, y no precisamente de la categoría “ganadores” que caracteriza a las huestes de Macron.
El éxito de imagen logrado anteayer con la presentación de las listas se deslució mucho ayer. Entre los candidatos anunciados hay unos cuantos que ya han pinchado.
El presidente del club de rugby de Toulon, Mourad Boudjellal, cuyo nombre figura en las listas de candidatos, desmiente serlo. Lo mismo ocurre con por lo menos otros tres candidatos que figuran en las listas. Un quinto, el diputado centrista Thierry Robert, figura pese a que fue condenado el año pasado por difamación a un colega, lo que contradice el principio de carecer de antecedentes judiciales, principio que tampoco es patrimonio exclusivo del nuevo partido macronista. Pero lo que ha deslucido la fiesta ha sido el rebote del veterano político centrista François Bayrou, un aliado de primera hora de Emmanuel Macron.
Bayrou pactó con el ahora flamante presidente 120 circunscripciones para sus huestes, y en las listas de Macron solo figuran 35. Dice que le entregaron la lista 15 minutos antes de divulgarla, se declara muy enfadado y acusa a Macron de haber “faltado a la palabra dada”.
A la vista de la lista de candidatos presentada anteayer, Bayrou denuncia toda la operación como “una operación de reciclaje del Partido Socialista” y dice que no piensa participar en ello. “La explicación más optimista es el amateurismo, (los que han hecho las listas) son aparatchiks sin experiencia política que han manipulado en beneficio del PS”, dice Bayrou, refiriendose a la larga fila de ex socialistas en marcha hacia el macronismo. Lo más probable es que esta crisis quede en nada y que Macron la solucione con un nuevo regateo con Bayrou. Pero lo significativo es que la revolucionaria “gran renovación” acometida con metodología gerencial se ha evidenciado como el mercadeo político habitual.
Para Bayrou, aliado del presidente electo, las listas son “una operación de reciclaje del Partido Socialista”