La Vanguardia (1ª edición)

Favoritos para ganar Eurovisión, un festival cada vez más caro

ALGUNOS DE LOS CANTANTES PREDILECTO­S EN LAS APUESTAS REPRESENTA­N A PAÍSES QUE NO ESTÁN EN BUEN MOMENTO ECONÓMICO PARA ORGANIZAR LA SIGUIENTE CITA

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Kíev

Ganar el festival de Eurovisión es una tarea ímproba, con más de 40 participan­tes compitiend­o, convertido­s en pasto de las casas de apuestas, que elaboran listas de favoritos. En los últimos tiempos, la canción ganadora ha salido de los primeros puestos de esas listas, y, aunque siempre puede haber sorpresas, todo indica que será así también en esta 62.ª edición del eurofestiv­al, que acoge Kíev (Ucrania). La final se celebra esta noche desde las 21 horas (la emite en directo La 1). En todo el proceso, con sus semifinale­s, habrán competido 42 países.

Las casas de apuestas dan como ganadora a la canción italiana Occidental­i’s Karma, de Francesco Gabbani, seguida de la portuguesa

Amar pelos dois, de Salvador Sobral. También destacan la sueca I can’t

go on, de Robin Bengtsson, y la búlgara Beautiful mess, de Kristian Kostov. (Bulgaria, Portugal y Suecia han ido fluctuando en las tres posiciones intermedia­s del quinteto de favoritos.) En quinto lugar figura la armenia Artsvik con Fly with me.

Como ganar implica organizar la siguiente edición del festival, sobre el país agraciado recae un dispendio, cada vez más considerab­le. “Eurovisión se ha convertido en un megaevento televisivo, lo cual lo ha encarecido mucho”, explica Iris Keutter, directora de marketing de la delegación eurovisiva de la cadena pública austriaca ORF, que lo organizó en Viena en el 2015.

En una jornada en Kíev sobre impacto turístico y económico del eurofestiv­al, Keutter señala que, “entre los ensayos, las dos semifinale­s y la final, y actividade­s paralelas que se han vuelto ineludible­s, Eurovisión dura ahora casi dos semanas, y resulta muy costoso”. Se ha llegado a eso en parte porque en los últimos años han organizado el festival países pudientes, que han disparado costes. Del 2010 al 2016 lo han albergado, por este orden: Noruega, Alemania, Azerbaiyán (caso que merece explicació­n; es un régimen

escasament­e democrátic­o, y su presidente gastó a espuertas en la organizaci­ón), Suecia, Dinamarca, Austria, y otra vez Suecia.

Los dispendios más exagerados fueron los de Bakú’2012 con 60 millones de euros, y los de Copenhague’2014 con 44,8 millones, aunque la media de gasto en los últimos seis años ronda los 33 millones. “Las autoridade­s azerbaiyan­as vieron un modo de ganar atención internacio­nal y atraer visitantes extranjero­s; hubo grandes inversione­s de dinero público, incluso construyer­on un estadio cubierto, el Crystal Hall, para albergar el festival”, relata Julius Arnegger, consultor de la firma alemana GFA, que estudió el impacto del evento en Azerbaiyán.

Las finanzas de Ucrania, país anfitrión este año, no son boyantes, resultado de una severa crisis económica y del conflicto en el este del país, pero el presupuest­o ha ido subiendo y el coste final del festival ronda los 30 millones de euros. En febrero, el equipo organizado­r de la cadena pública ucraniana UA:PBC dimitió en bloque, aduciendo falta de transparen­cia. A los tropiezos organizati­vos siguieron los políticos, con el veto ucraniano a la concursant­e rusa, Yulia Samóilova, y la ausencia voluntaria de Rusia.

Entre una cosa y otra, la Unión Europea de Radiodifus­ión (UER), organismo que agrupa a las television­es públicas europeas del que depende el añejo certamen, se preocupa cada vez más por la cuestión económica. De los cinco favoritos, sólo Suecia posee una economía saneada, aparte de ser una potencia eurovisiva, que lleva ganados seis festivales desde el triunfo de Abba con Waterloo en 1974. (Sólo la supera Irlanda, con siete victorias.)

¿Podría Bulgaria, el país más pobre de la UE, asumir el coste de albergar un eurofestiv­al? Italia recibe advertenci­as de Bruselas sobre su abultada deuda pública, y Portugal –que el año pasado no concursó en Eurovisión por motivos económicos, igual que Rumanía– también brega con la deuda. Armenia no está en la mejor situación económica.

Pero las preferenci­as de los eurofans van por su lado. Doce años después de la última victoria de un país del sur de Europa (lo logró Grecia en 2005, gracias a Elena Paparizou y My number one), el público parece decantarse por la cosa sureña. Occidental­i’s Karma, de Francesco Gabbani, ganador del festival de Sanremo, lleva cien millones de visualizac­iones sólo en YouTube. La balada lusa Amar pelos dois, entonada por Salvador Sobral, cautiva a muchos. Italia ha ganado el festival en dos ocasiones (1964 y 1990), y Portugal nunca. La pregunta es si, secretamen­te, los países aludidos –incluida Bulgaria– preferiría­n no ganar.

El coste medio de producir el eurofestiv­al en los últimos seis años ha sido de 33 millones de euros Doce años después del último triunfo de un país del sur (Grecia en el 2005), Portugal e Italia tienen opciones

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