La Vanguardia (1ª edición)

SIEMPRE A FLOTE

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La ciudad, y con ella Francia, siempre se rehizo, haciendo honor a su lema, originado en el gremio de barqueros del Sena: Fluctuat nec mergitur, que puede ser traducido literariam­ente como “A flote, sin hundirse”. Ese lema fue desempolva­do recienteme­nte, tras los pavorosos atentados yihadistas de enero y noviembre de 2015, para recordar la capacidad de mantener el tipo tras la adversidad. Las tropas alemanas ya habían desfilado por los Campos Elíseos en 1871, en lo que fue acto fundador del Imperio Alemán proclamado en Versalles. En noviembre de 1870, tras la debacle militar de Sedán, la ciudad no se rendía. El canciller Bismarck obtuvo del kaiser Guillermo II licencia para bombardear París. La artillería prusiana estaba emplazada al este de la ciudad y la bombardeó implacable­mente del 5 al 27 de enero de 1871. Los barrios más tocados fueron Luxemburgo, Montparnas­se y Auteuil. La población vivió en los sótanos. Hubo 275 muertos y un millar de heridos. La ciudad quedó muy tocada en su arquitectu­ra, como atestiguan los testimonio­s de la incipiente fotografía de la época. Luego, el alzamiento de la Comuna, los 72 días rebeldes de marzo a mayo, se llevaron por delante muchos edificios oficiales, entre ellos el palacio de las Tullerías. “Las grandes cuestiones de nuestro tiempo no se deciden con votos y discursos, sino con el acero y la sangre”, dijo Bismarck.

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