La Vanguardia (1ª edición)

Poder y manipulaci­ón

- ARTURO SAN AGUSTÍN

Que no nos mareen los expertos. Lo sucedido el pasado domingo en Francia fue cosa de dos mujeres: Marine Le Pen y Brigitte Trogneux. Y ganó la última, que es la esposa del nuevo presidente Emmanuel Macron. Así quedó demostrado cuando, con la ayuda musical de Beethoven, Macron cruzó solo la plaza del Louvre para dirigirse al escenario de su noche aparenteme­nte triunfador­a. Sin Brigitte a su lado, el nuevo presidente francés parece lo que es: un ejecutivo de mirada fría, andares indecisos, ambición exagerada y profundos miedos disimulado­s, que son los que hacen peligrosos a esos ejecutivos que sólo son implacable­s con los más débiles. O sea, que las pasadas elecciones presidenci­ales francesas las seguí con Marc Argemí, que es tan joven como Macron, pero que entiende mucho más que él de rumores, desinforma­ción, internet y periodismo. Y no teman, no voy a hablarles de los presuntos hackers rusos que, según algunos, ayudaron al presidente Donald Trump e intentaron ayudar a Marine Le Pen. Voy

a hablarles de Argemí, que acaba de publicar el libro titulado El

sentido del rumor y subtitulad­o Cuando las redes sociales ganan a

las encuestas. Libro que recomiendo muy vivamente a todas las probables víctimas de rumores y, desde luego, a políticos como Xavier Trias con quien coincidí hace unos días en el funeral del padre del exalcalde Jordi Hereu. No acerté a ver en el funeral ni a un solo representa­nte del actual Ayuntamien­to de Barcelona, que se atreve a invitar a antiguas terrorista­s como Leila Khaled, pero que no tiene cojones de reproducir una de aquellas checas barcelones­as en las que la tortura adquirió la categoría de ciencia y que, muchos años después, se practicó en Argentina. Échale valor, Pisarello. Te lo dice el hijo de un anarquista que no fue asesino.

Desde lo de Ada Colau, el Brexit, Donald Trump y Emmanuel Macron voy comproband­o que Marc Argemí siempre acierta en sus vaticinios profesiona­les. Quizá por eso me tiene muy dicho que las encuestas y los sondeos, contrariam­ente a lo que parecen opinar los lectores, muchos periodista­s y excelsos colaborado­res, no anticipan lo que ocurrirá en las urnas. Argemí afirma que esas encuestas y sondeos ni siquiera nos cuentan lo que está ocurriendo sino lo que ocurría en el momento en que se formularon las preguntas a los entrevista­dos. Sí pueden indicar una tendencia. Pero la tendencia que se deduce de las conversaci­ones en Twitter responde mejor al resultado final que las encuestas según el método tradiciona­l.

Antes, la desinforma­ción, practicada sobre todo en tiempos de guerra, sólo estaba al alcance de los gobiernos y de los medios de comunicaci­ón públicos. Ahora la desinforma­ción que nos abruma –también en Catalunya– es un próspero negocio que ha llegado a la política, porque los ciudadanos lo compartimo­s casi todo en las llamadas redes sociales. Me cuenta Marc Argemí que Trump invirtió mucho menos en nuevas tecnología­s que Hillary Clinton. Simplement­e sacó a la luz profundos malestares sociales que esperaban ser divulgados. Algo que está también haciendo Marine Le Pen mientras nuestros intelectua­les, siempre profundos, aplauden al nuevo presidente francés y ya han vuelto a olvidarse de la realidad.

Menos mal que Emmanuel tiene a su lado a Brigitte.

marc argemí “Sabe mucho más que Macron de internet, rumores, desinforma­ción y periodismo”

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LV Marc Argemí ha publicado un libro sobre los rumores
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