Ciutat Vella mitigará el ruido de las maletas rodantes
El distrito tendrá en cuenta a la hora de renovar el pavimento las molestias que provocan las pequeñas ruedas
El distrito de Ciutat Vella revisará los pavimentos de sus aceras y calzadas con el objetivo de reducir los ruidos que provoca el paso de monopatines y sobre todo de maletas. El continuo trasiego de pequeñas ruedas por sus angostas calles causa muchas más molestias de lo que puede parecer. En la Barceloneta, donde el dibujo de los viales convierte el barrio en toda una caja de resonancia, donde el eco amplifica cualquier susurro, las maletas pueden despertarte una y otra vez... y agriarte el carácter. Cualquiera que haya dormido en un quart de casa, en el típico apartamento de 28 m2 de este barrio, sabe que una maleta con ruedas puede hacer tanto ruido como una moto. Las pequeñas ruedas de poliuretano de los skates también pueden resultar muy ruidosas y molestas, pero en verdad en Barcelona estas tablas abundan mucho menos que las maletas que se arrastran.
Gala Pin, la concejal del distrito, detalla que el Ayuntamiento de Barcelona no tiene previsto levantar una acera tras otra para instalar pavimento sonorreductor, pero que a partir de ahora cada obra que se haga en el espacio público de Ciutat Vella considerará muy en serio esta cuestión. No se trata de ninguna excentricidad. Una de las prioridades del distrito es rebajar sus niveles de contaminación acústica. Un reciente estudio municipal concluye que en demasiados puntos de este lado de la ciudad el ruido supera los registros recomendables. Así lo atestiguaban los sonómetros instalados en las calles Joaquim Costa, Robador, Escudellers, Arc del Teatre, Sant Carles y el paseo del Born. Los escándalos de este distrito suponen un peligro real para la salud. Este análisis también recoge que el 80% de los vecinos de Ciutat Vella entiende que su barrio es demasiado ruidoso. El exceso ruido es en estos momentos la tercera preocupación vecinal del distrito. Los ciudadanos apuntan al turismo, al uso intensivo del espacio público y, sobre todo, a la proliferación de negocios relacionados con el ocio nocturno como principales responsables. Pero la administración, tal y como reconoce la propia Pin, no dispone de mucho margen de actuación para rebajarlo. El gobierno de la alcaldesa Ada Colau está preparando el nuevo plan de usos del distrito. Uno de sus objetivos será reducir la contaminación acústica. Los técnicos analizarán calle a calle, en verdad edificio a edificio, a fin de determinar que actividades económicas pueden desarrollarse y cuáles no. Tienen previsto tener presente incluso el número de niños que viven en cada finca. Pero si bien los planes de usos pueden impedir la apertura de nuevos negocios, no pueden afectar a los que ya están funcionando. Mitigar el ruido también requiere de soluciones ingeniosas. Los mimos dedicados a invitar a la gente a bajar el volumen de su voz siempre resultaron controvertidos. Quizás el Ayuntamiento también debería prestar más atención a las despedidas de soltero, pero esta actividad no se encuentra en estos momentos en su punto de mira.
El distrito también prepara una línea de ayudas para que la gente pueda instalar vidrios dobles en sus fachadas. Otra de las conclusiones de los estudios que está analizando el Ayuntamiento es que los inmuebles de Ciutat Vella padecen muchas deficiencias. Además, Pin también anunció que revisarán los sistemas de recogida de basuras a fin de no armar tanto escándalo. Estos días arrancará una prueba piloto en la calle Escudellers. Allí se cambiarán los horarios del servicio de limpieza para comprobar si acaso, cambiando de costumbres, los camiones y los barrenderos no despiertan a tanta gente. En lugar de recoger las bolsas a las once de la noche, las dos y cuarto y la cuatro y media de la madrugada lo hará a las diez y media de la noche, la una y media y las siete y media de la mañana. La calle Escudellers, y también la de Arc del Teatre, como buena parte de los alrededores de la Rambla, figuran entre los puntos más ruidosos de toda Barcelona.
Una prioridad del nuevo plan de usos de la zona más turística de la ciudad es combatir la contaminación acústica