Abran paso a los primeros caballeros
Los tímidos cambios en el ‘club de consortes’ de los líderes mundiales abre una reflexión sobre su papel y remuneración
A Xavier Bettel no lo gusta hablar de su homosexualidad. Es un primer ministro gay, de acuerdo, pero no quiere convertirse en “el gay que es primer ministro”, como nunca fue “el candidato gay”, suele decir. El jefe de Gobierno de Luxemburgo prefiere luchar por los derechos de los homosexuales mediante gestos. Como diputado, hace unos años viajó en misión oficial a un país cuyo nombre prefiere no desvelar. Cuando rellenó los papeles y puso que iría acompañado por su pareja, un hombre –su hoy marido, Gauthier Destenay–, le sugirieron que lo registrara como asistente político. “Prefiero la reputación de ser gay a que se diga que me acuesto con mis empleados”, replicó.
Con la misma determinación con que entonces dejó claro que no escondería su homosexualidad, Bettel se llevó a su marido al Vaticano en marzo, a la visita que los dirigentes europeos hicieron al Papa la víspera del 60.º aniversario de la firma del tratado de Roma. Destenay hizo historia la semana pasada como primer caballero de Luxemburgo al participar en el programa para consortes organizado por Bélgica durante la cumbre de líderes de la OTAN, que incluyó una visita al Museo Magritte, la boutique Delvaux, los fabulosos Invernaderos Reales y una cena en palacio.
Esta vez no se habló del vestido de Melania Trump o Brigitte Macron, la última en incorporarse al club de las primeras damas. La Casa Blanca publicó la foto en su página de Facebook, pero no identificó a Destenay, una omisión que se interpretó como una muestra de homofobia más que un desliz. Tuvieron que rectificar a las pocas horas. Irónicamente, si Trump hubiera perdido las elecciones, la foto podía haber sido muy distinta, con un segundo hombre, Bill Clinton, como primer caballero de EE.UU.
La imagen dio la vuelta al mundo. “Es una declaración interesante desde el punto de vista del simbolismo político. La política se hace a través de decisiones y leyes pero también de símbolos, como las banderas o los apretones de manos”, afirma la socióloga alemana Petra Ahrens, experta en políticas de igualdad, que compara la fuerza de esa foto con la de la ministra española de Defensa recientemente fallecida, Carme Chacón, pasando revista a las tropas embarazada. “Son imágenes que cambian los estereotipos sobre qué corresponde a quién en política. Es una gran declaración, muy pertinente, a favor de la diversidad en política”, sostiene.
Las fotos de grupo de los consortes de líderes políticos van cambiando, pero el proceso es aún más lento que el acceso de la mujer a puestos de responsabilidad. Los maridos de son en general reticentes a asumir ese papel. Joachim Sauer, el desconocido marido de la
El marido del ‘premier’ de Luxemburgo hizo historia al participar en el programa para parejas de la OTAN
canciller alemana Angela Merkel, participa en ocasiones contadas en este tipo de actos. No la acompañó a la reunión de la OTAN en Bruselas pero sí a la reunión del G7, donde participó en el programa para parejas. El marido de la premier británica, Theresa May, la otra mujer en el club de las primeras potencias mundiales, declinó la invitación. “Debemos reflexionar sobre el papel tradicional de las primeras damas y que se dé por descontado que están disponibles, trabajan gratis y dejan sus trabajos para apoyar a sus maridos. Con los hombres no es así”, apunta Ahrens.
Sin un papel legal definido ni la visibilidad que se les da en Estados Unidos, el papel de las primeras damas y primeros caballeros se basa en convenciones. En Alemania, Elke Büdenbender, la mujer del nuevo presidente de la República, Frank-Walter Steinmeier, acaba de
“La foto es interesante por su simbolismo; la política se hace a través de leyes, pero también de símbolos”
renunciar a su trabajo para apoyar a su marido. “La elección de Büdenbender de ser primera dama nos recuerda las carencias y las contradicciones de la emancipación en Alemania, la brecha que separa al discurso público de la realidad social”, opina en las páginas The New
York Times Anna Sauerbrey, jefa de Opinión de Der Tagesspiegel.
Francia ha tenido varias primeras damas que han ejercido como tales, como la activista proderechos humanos Danielle Mitterrand o la mediadora diplomática Cécilia Sarkozy. A iniciativa del presidente Emmanuel Macron, se plantea regular la figura. Uno de sus argumentos es que se podrá fiscalizar su trabajo, que ya avanza que no será remunerado. “Es interesante que los papeles tradicionales ocupados por mujeres no se pagan y todo el mundo asuma que es así”, resalta Ahrens. “Es difícil imaginar que un hombre fuera a asumir ese papel sin cobrar, sólo porque su mujer gana suficiente dinero”.