Un fracaso muy grave
La renuncia del fiscal Anticorrupción, Manuel Moix, constituye un revés muy serio a los planes del Gobierno. Consistían en reintegrar a los fiscales de Anticorrupción a la disciplina jerárquica y a la unidad de actuación, que son dos criterios básicos del ministerio fiscal. Para eso el Gobierno prescindió de Madrigal –sucesora de Torres-Dulce– y puso a Maza, dispuesto a que, a través de Moix, los “intocables” funcionarios que han “hecho y deshecho” (sic de un alto cargo) se ajustasen a un ejercicio más disciplinado de su función, se evitasen las filtraciones interesadas y se atuviesen a la política criminal del Ejecutivo. Moix ha facilitado a sus subordinados su derribo. El Gobierno ha fracasado en su intento y ha dejado in puribus al fiscal general del Estado.