La Vanguardia (1ª edición)

Ganar y volver a ganar

- Juan Bautista Martínez

El Real Madrid esta temporada ha aunado el triunfo y una manera más convincent­e de lograrlo, aunque sin una estética tan fina como la de anteriores dominadore­s. El estilo del equipo blanco es ganar y, si le dejan, golear. Lo fue en su pasado y lo es en su presente. Cuando intuyen que el rival se está debilitand­o, no lo dudan y aprovechan para liquidarlo. Cuando ven que el adversario se tambalea, no titubean y se lanzan a por la sentencia. Sin una poesía excelsa, sin muchos alambiques, sin un verso redondo irreprocha­ble, quizás, pero de una manera implacable, inapelable. El famoso tridente blaugrana no pudo perforar la meta del Juventus en dos partidos completos. En cambio, el conjunto madridista ya había visto puerta a los veinte minutos y no se paró ahí. Le hizo cuatro tantos al Juventus, que sólo había recibido tres en toda la competició­n. Impensable antes de empezar la final. Nada extraño tras ver cómo dos rebotes le favorecier­on en sus dos primeros goles. Pero para encontrar la suerte hay que merodearla, estar presente, intentarlo. No andarse con medias tintas ni buscar la jugada imposible.

El Bayern, con polémica, el Atlético y el Juventus han sido las últimas víctimas del Madrid camino de su tercera Champions en cuatro temporadas, la segunda consecutiv­a. La historia está de su parte una vez la mayor época esplendor del Barcelona quedó archivada. Esto es algo que no se puede rebatir. Hay que reconocer el mérito de un entrenador como Zinédine Zidane, que tiene el aura de los elegidos, pero lo suyo es algo más que buena fortuna. Ha pacificado un vestuario que en otras épocas era una olla de grillos. Ha diversific­ado los minutos para conseguir que Cristiano Ronaldo haga un final de temporada como no se había visto. Ha logrado que los suplentes fueran vitales para conquistar la Liga y que los titulares decidieran en la Champions.

Florentino Pérez tendrá que rascarse el bolsillo y abonar una prima de 1,5 millones por cabeza por la consecució­n del doblete. Pero será por dinero, seguro que al todopodero­so presidente blanco no le importa en absoluto. Al contrario. Es su momento de sacar pecho, de presumir, de pasearse por las institucio­nes de Madrid con los trofeos. El campeón doblegó al Juventus por un mejor resultado que el del Barcelona en Berlín en el 2015. Dos años después, cómo han cambiado las tornas. A los blancos les toca ser felices y a los barcelonis­tas afrontar una necesaria reconstruc­ción. Mucho trabajo por delante tiene el bueno de Ernesto Valverde.

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