El Supremo alivia a Trump y avala que entre en vigor parte del veto migratorio
La orden no se aplicará a quien tenga relación personal o laboral con EE.UU.
El Tribunal Supremo alivió ayer el ego herido de Donald Trump. Su triunfalismo se desató sin prestar atención a los matices.
La máxima instancia judicial de Estados Unidos dio aliento a la orden que prohíbe la entrada de ciudadanos de varios países musulmanes. Después de una cadena de derrotas, el alto tribunal aceptó revisar las resoluciones en contra de esa directiva. Programó escuchar los argumentos en octubre. Mientras, autoriza que entre en vigor una parte de esa regulación en que a los ciudadanos de seis países (Libia, Yemen, Somalia, Sudán, Siria e Irán) se les ha de someter a una revisión especial de 90 días para concederles el visado y de 120 en caso de los refugiados. Pero, en una decisión sin autoría explícita, los magistrados del Supremo establecen una limitación. Los jueces clasifican a los interesados de esos países: los que ya tienen alguna vinculación con residentes o instituciones estadounidenses –una universidad o una empresa– y los que no. Figurar en la lista de una organización sin ánimo de lucro dedicada a la inmigración no cualifica para recibir la autorización.
“En términos prácticos, la orden no se ha de aplicar a aquellos que formulan una petición creíble y de buena fe amparada en la relación con una persona o entidad de Estados Unidos. Todos los otros están sujetos a esas cláusulas”, remarca el texto de 16 páginas, extensión inusual que evidencia la complejidad del asunto. Los expertos indicaron que, de habitual, la aceptación de un caso no lleva más de un folio.
El presidente Trump aseguró la semana pasada que pondría en marcha la orden en cuanto el tribunal se lo permitiese.
La resolución cuenta con tres votos de disentimiento dentro de la conformidad de los nueve miembros del tribunal, por chocante que resulte. Los conservadores Samuel Alito, Neil Gorsuch –nombrado a instancias de Trump– y Clarence Thomas, encargado del redactado, sostienen que la orden debería entrar en vigor sin limitación alguna, al avalar por completo el argumento de la seguridad nacional apelado por el presidente al firmarla.
“Temo que el remedio del tribunal resultará impracticable”, matizó Thomas. “El compromiso adquirido hoy será una carga para los funcionarios a los que se les encargue la tarea de decidir, con el peligro del desprecio, si un individuo de una de esas seis naciones afectadas que desea entrar a Estados Unidos tiene una conexión suficiente con una persona o entidad en este país”, matizó.
“Este compromiso –prosigue en el disentimiento– es una invitación a la litigación hasta que el caso se resuelva finalmente, y las partes y los juzgados debatirán para determinar cuál es una relación de buena fe”.
En un comunicado, Trump subrayó: “La decisión unánime del Tribunal Supremo es una clara victoria para la seguridad nacional”. Tras insistir en que la prohibición para los seis países será efectiva en gran medida, subrayó que esta resolución “me permite utilizar una importante herramienta para proteger nuestro territorio”. Y concluyó que la decisión fue por 9-0.
Aunque algunos quisieron sacar punta a que había tres votos disidentes, el analista legal Jeffey Toobin consideró que ese marcador era correcto. Todos los magistrados coincidieron en reconocer el poder del presidente, salvo tres, que aún le dieron más la razón. “Es más una victoria que una derrota”, afirmó Toobin ante las cámaras de la CNN.
Sin embargo, la ACLU (American Civil Liberties Union), la principal fuerza en los pleitos contra esta directiva, trató de amargar el caramelo a la Casa Blanca. Vieron el vaso medio lleno, pero a su favor. “Nos vemos en el tribunal, señor presidente, no a la orden contra los musulmanes”, retaron en un tuit.
Abogados especialistas en inmigración auguraron una afectación más bien relativa de esta prohibición parcial. La mayoría de los que vienen lo hacen para estudiar, trabajar en empresas americanas o visitar a la familia.
El presidente cantó victoria, pero el Supremo abre la puerta a quienes tienen vínculo con EE.UU.