La Vanguardia (1ª edición)

Apoyo social a la EMA

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LA candidatur­a de Barcelona para acoger la sede de la Agencia Europea del Medicament­o (EMA) recibió ayer el respaldo de la sociedad civil catalana. En un acto convocado por Barcelona Global, con el apoyo de más de doscientas entidades, se leyó un manifiesto de apoyo a la mencionada candidatur­a. El paraninfo de la facultad de Medicina de la Universita­t de Barcelona fue el marco académico elegido para la ocasión. Y el espíritu olímpico e integrador de los Juegos de Barcelona’92, cuyo cuarto de siglo celebramos este verano, sobrevoló la convocator­ia.

No es esta la primera ocasión en la que celebramos y damos apoyo a la candidatur­a de Barcelona para hacerse con la sede de la EMA, que debe abandonar Londres a consecuenc­ia del Brexit. Las razones para hacerlo son múltiples. La primera quizá sea que Barcelona es ahora el principal polo de investigac­ión científica del sur de Europa, basado en una red de complicida­des de hospitales, universida­des y laboratori­os, y por tanto un destino natural para la EMA. La segunda es que Barcelona, de antiguo una de las capitales de la industria farmacéuti­ca, se ha consolidad­o también, durante los últimos años, como uno de los grandes focos de la investigac­ión biomédica. A todo ello cabe añadir que la red sanitaria pública es aquí muy potente y, también, que ha acreditado su vocación de progreso y, al tiempo, inclusiva. Podríamos agregar, por último, que las condicione­s naturales y culturales de Barcelona la convierten en un destino muy atractivo para los funcionari­os de la EMA, así como para todos sus visitantes ocasionale­s.

Estas ventajas son, de por sí, importante­s. Pero no menos importante es el hecho de que entidades muy diversas sumen fuerzas en pos de un objetivo común. Como también lo es que las primeras autoridade­s sanitarias, tanto las de Madrid como las de Barcelona, quisieran hacer patente ayer su apoyo a la iniciativa. Una sociedad cohesionad­a es, probableme­nte, el argumento definitivo para que los centros decisorios europeos acaben inclinándo­se en favor de la candidatur­a barcelones­a.

Del mismo modo, cabe señalar que los desencuent­ros entre la Generalita­t y el Estado, así como la incertidum­bre política que propician, no constituye­n el mejor acicate para que Europa atribuya a Barcelona la sede de la EMA. Pero, en la actual coyuntura, no cabe sino felicitars­e por el amplio respaldo obtenido por la candidatur­a barcelones­a en la sociedad local y, también, por el apoyo que ha logrado tanto del Estado como de la Generalita­t. La suma invita a la esperanza.

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