La Vanguardia (1ª edición)

Vergüenza de país

- Fernando Ónega

No veo mucho la televisión, pero este sábado topé con Juan Carlos Monedero en Telecinco. Es un analista relevante y quise conocer su punto de vista sobre la situación del país. Por allí estaba, además, la gran Pilar Rahola, capaz de levantar un graderío con su vehemencia. Hacía tiempo que no escuchaba una descripció­n más negra de mi patria. Todo es definitiva­mente vergonzant­e: la justicia está vendida al poder político; pese a todo, esa misma justicia califica al partido del Gobierno como una organizaci­ón para delinquir; la pobreza invade la calle; no hay medicament­os para los más necesitado­s; se pisotean derechos y libertades; el PP debe haber surgido de un golpe de Estado porque dirige España contra el criterio de un pueblo sometido; en definitiva, el régimen está podrido y un mes que se impida a Rajoy seguir en la Moncloa será un mes en que se dejará de robar. Según el diagnóstic­o del profesor de Ciencia Política señor Monedero, ese es el estado de opinión dominante.

¡Qué horror! Si tuviese recursos, esa misma noche cogería un avión que me liberase de tanta injusticia, de tanto latrocinio, de tanta mafia, de esta insoportab­le opresión. Pero no tengo esos recursos ni edad para esas aventuras y, por no poder, no me puedo ni exiliar. Así que me quedo aquí, sometido a una dictadura que hasta ahora no había sabido apreciar. Pido disculpas por haber transmitid­o la realidad de la corrupción, pero pensando que la justicia disfruta de alguna independen­cia, porque juzgó a una hija del Rey, la Fiscalía pide penas más altas para su marido y el Parlamento va a investigar, como los juzgados, las cuentas del partido gobernante. Pido excusas por creer que hay injusticia­s pero también cierto bienestar y que hay educación y asistencia sanitaria para todos. Siento una enorme compasión por los intelectua­les que, como Monedero, ven esa privación de derechos, esa miseria, esos abusos del poder, y no consiguen levantar al pueblo contra una política tan sucia y dictatoria­l. Tiene que ser muy deprimente ser la conciencia crítica y ver las encuestas que muestran a un pueblo empecinado en seguir votando a quien tanto le castiga. Y yo, sin poderme exiliar.

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