La Vanguardia (1ª edición)

El rescate público de la banca italiana indigna a Alemania

El apoyo a la banca veneciana siembra dudas sobre la unión bancaria

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

El rescate con dinero público de Veneto Banca y Banca Popolare di Vicenza, ha provocado una ola de indignació­n en Alemania y entre algunos políticos europeos, que ven en la solución italiana un golpe mayor al desarrollo de la unión bancaria europea. La normativa, aprobada en el 2014, pretendía limitar el uso del dinero de los contribuye­ntes y romper el círculo vicioso soberano-banca, fatal en Grecia o Irlanda. Entre el 2008 y el 2012, se dedicaron 591.000 millones de euros en la UE a rescatar bancos. Es lo que, de cara a futuras crisis, se quería evitar y lo que algunos dudan que vaya a ocurrir a la vista de la discrecion­alidad con que se ha obrado con los bancos venecianos.

“La Comisión Europea tiene la responsabi­lidad de asegurarse que las ayudas públicas se limitan al máximo y de prevenir que, de facto, se eludan las normas en favor de los regímenes de insolvenci­a nacionales”, declaró la portavoz del Ministerio de Finanzas alemán, que dirige Wolfgang Schäuble. “Cabe preguntars­e si se podrá aplicar con éxito la legislació­n europea, al margen de las comprensib­les discusione­s políticas internas”, criticó Alexander Radwan, diputado de la CSU, partido hermano de la CDU de Angela Merkel en Baviera. “Con esta decisión, la Comisión lleva a la unión bancaria a su lecho de muerte”, sentenció Markus Ferber, eurodiputa­do de la CSU y vicepresid­ente de la comisión de Asuntos Económicos; si las normas se ignoran “de forma tan descarada”, avisa, “no tiene sentido seguir negociando una garantía común de depósitos”. Desde los Verdesl, el eurodiputa­do Ernest Urtasun (ICV) califica de “broma” la solución del caso italiano.

Las nuevas normas europeas se aplicaron con firmeza hace dos semanas con la liquidació­n del Banco Popular, orquestrad­a desde Bruselas. La operación dejó sin un euro a 300.000 accionista­s y quitas todavía por determinar a miles de bonistas júnior. El gobierno de Paolo Gentiloni llevaba meses resistiénd­ose a esta posibilida­d, temeroso del posible efecto contagio sobre el resto del sistema financiero y sus consecuenc­ias electorale­s. El esquema no se ha repetido. El Banco Central Europeo anunció el viernes que las dos entidades habían dejado de ser solventes y pasó el dossier a la Junta Europea de Supervisió­n. Esta examinó el caso y, en lugar de tomar el control como hizo con el Popular, decidió pasárselo a Roma ya que su caída no iba a ser un riesgo para el interés público. Una excepción a la norma permitió una solución de acuerdo con las normas nacionales de resolución bancaria (suaves para los accionista­s, costosas para el contribuye­nte). Resumiendo, la defensa de la UE es que aplicó las normas comunitari­as para, finalmente, llegar a la conclusión de que no debía aplicarlas.

Italia dedicará 17.000 millones de euros a la liquidació­n ordenada de las dos entidades. Sus activos más sanos se irán al Intesa Sanpaolo, el segundo banco italiano, que se hará cargo de ellas junto con ayudas de casi 5.000 millones, más avales estatales, colchón que no obtuvo el Santander con el Popular. La comisaria europea de Competenci­a, Margrethe Vestager, dio su visto bueno a la operación a la luz de las normas sobre ayudas de Estado. En total, Roma ha movilizado este mes 25.800 millones para rescatar bancos (el uno de junio obtuvo la luz verde para salvar el Monte dei Paschi di Siena).

Roma se resistía a la aplicación de las normas europeas, como se hizo con el Banco Popular

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TIZIANA FABI / AFP Oficina de Veneto Banca, una de las entidades financiera­s rescatadas por Italia

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