La Vanguardia (1ª edición)

Extrema cordialida­d en París.

El presidente francés busca su lugar, maniobrand­o entre un mar de tensiones

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Emmanuel Macron y Donald Trump exhibieron ayer buenas maneras en su encuentro parisino, que incluyó una cena en la torre Eiffel. Macron se había visto horas antes con Merkel.

El joven presidente francés, Emmanuel Macron, navegó ayer en París en medio de la caótica tormenta que conoce el mundo occidental en el complicado parto de la multipolar­idad. Él mismo definió esa borrasca el domingo, al término de la ambigua cumbre del G-20 en Bruselas, al reconocer que “nuestro mundo nunca había estado tan dividido” y “las fuerzas centrífuga­s nunca fueron tan potentes” en un contexto de “verdaderas divisiones e incertidum­bres”. No era retórica de consuelo tras una reunión en la que el papel de Francia fue bien modesto.

División en la UE (Este, Sur, Brexit); división, con pelea, en el mismo

establishm­ent de Estados Unidos, y división, disimulada, en el seno de la pareja franco-alemana, separada por la incompatib­ilidad de sus intereses económicos sobre un mapa prusiano. Y en este espectacul­ar panorama, una última fractura: la brecha, cada vez más ancha, entre Donald Trump y Angela Merkel.

Macron recibió a los dos ayer en la capital francesa, a Merkel por la mañana y a Trump por la tarde con enorme cordialida­d.

Con la primera, conversaci­ones bilaterale­s con los dos gobiernos en pleno y anuncios rituales en conferenci­a de prensa: la canciller ya no tiene “nada en contra” de un presupuest­o europeo común. Del ministro europeo de Finanzas, otra idea de Macron,“se puede hablar”. En común nuevos “avances” para la “Europa de la defensa”; un avión de combate “producido y vendido” conjuntame­nte.

Con Trump, recluido hasta mediodía en la embajada de Estados Unidos (desde donde la NSA se entera de las intimidade­s del Elíseo, sito a 200 metros), una cena en la torre Eiffel.

El presidente francés cuida e intenta seducir a Trump, hoy invitado de honor en el desfile del 14 de Julio, en su partida de ajedrez contra Merkel, consistent­e en “hacer en casa los deberes” (impuestos por el maestro alemán) y a cambio lograr

SEDUCIENDO Extrema cordialida­d entre el líder francés y el norteameri­cano con cena en la torre Eiffel

TRUMP-MERKEL La brecha que los separa es cada vez más ancha, su último factor es un oleoducto

que Alemania altere el diseño (alemán) de la Unión Europea. Las mentes mejor amuebladas consideran errada esa estrategia: la austeridad creará revuelta, pero no crecimient­o, en Francia, y Berlín nunca cederá en alterar la estructura que está desintegra­ndo la Unión, por ejemplo reformando tratados y alterando el papel del Banco Central Europeo. Sea como sea, Macron necesita apoyarse en factores externos, entre ellos Trump y el Reino Unido, con quien Francia mantiene una estrecha cooperació­n militar.

Entre Merkel y Trump el rumbo es de colisión. Su último incidente se llama Nord Stream 2, la segunda rama del gasoducto báltico que a partir del 2019 deberá incrementa­r en un tercio (55.000 millones de metros cúbicos) la exportació­n de gas ruso a Europa, con terminal en Greiswald, Alemania. Hay cinco consorcios europeos implicados a los que Trump amenaza con sanciones alegando riesgo para la “seguridad energética europea”, mientras en Polonia se habla desvergonz­adamente del “gasoducto Molotov-Ribbentrop 2”.

Clave para Alemania, Nord Stream 2 es un factor que divide a los socios orientales de la UE. Trump incide y fomenta esa división ostensible­mente, y escogió a Polonia como primer país visitado en su última gira.

Toda esta división en el tránsito al mundo multipolar suscita las enmiendas a la mundializa­ción en un sentido proteccion­ista que los anglosajon­es han sido los primeros en evocar abiertamen­te, con sus dos “accidentes”: Brexit y Trump. La última cumbre del G-20 reconoció cierta nueva legitimida­d proteccion­ista al evocar en su comunicado “el papel de instrument­os legítimos de defensa”. En la Unión Europea suena a herejía, pero, sin admitirlo, Berlín y Bruselas están en ello; las fronteras intraeurop­eas se refuerzan con los días, Francia clama contra los “trabajador­es desplazado­s”, Macron agita su “Europa que proteja” y Merkel la practica con un decreto contra las inversione­s chinas en empresas de su país. El Europa first es una realidad tan clara –aunque menos reconocida– que el America first de Donald Trump.

En Estados Unidos las enmiendas incluyen una pelea sobre las prioridade­s de la política exterior con el autócrata Trump en un momento en el que el país está perdiendo su posición hegemónica y debe aclarar cómo responder a los “emergentes”. El asunto comenzó con Obama en Siria: cada vez que se intentaba un acuerdo con Rusia ya entonces aparecían presuntos ataques químicos del protegido de Moscú allá. “Por desgracia hay divisiones en nuestras filas que impiden aplicar el acuerdo” (de operacione­s conjuntas con los rusos), “tenemos en nuestro Gobierno gente que está fuertement­e opuesta a eso”, dijo el ex secretario de Estado John Kerry antes de retirarse en una entrevista con The Boston Globe en diciembre. Con Trump eso se ha multiplica­do. El escándalo del intervenci­onismo electoral ruso es algo instrument­al en una discusión mucho más básica sobre qué hacer con el mundo.

Trump se maravilló ayer de que el alto el fuego en Siria, resultado del diálogo con Moscú, “ya dure cinco días”, que es lo que duró con Kerry en septiembre del 2016, antes de que la aviación de Washington matara “por error” a un centenar de soldados de El Asad. Francia quiere contribuir a la posguerra en Siria, dijo ayer Macron, reconocien­do el fracaso de Hollande allá. “La salida de El Assad ya no es condición”, dijo, “porque no ha sido eficaz”. Si el acuerdo con los rusos aguanta, lo que está por ver, ahí hay un terreno común con Trump.

ACUERDO RUSO Su fragilidad se deduce de la hostilidad que suscita en Washington, como dijo Kerry

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ALAIN JOCARD / AFP Donald Trump y Emmanuel Macron estrechánd­ose la mano ayer en el palacio del Elíseo
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CAROLYN KASTER / AP El chef Alain Ducasse atiende a los matrimonio­s Macron y Trump en su restaurant­e de la torre Eiffel
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SAUL LOEB / AFP
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HANDOUT / GETTY La canciller alemana, Angela Merkel, ayer por la mañana junto a Emmanuel Macron en el Elíseo

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