Puigdemont prescinde de los consellers críticos con el 1-O
El president se ve abocado a remodelar hoy su Ejecutivo para blindar el referéndum La crisis puede alcanzar a hasta media docena de miembros del Govern
Carles Puigdemont ha puesto al Govern y a su partido entre la espada y la pared. El presidente de la Generalitat ha fijado la celebración del referéndum como su única misión y ya no está dispuesto a aceptar medias tintas en el Consell Executiu, y para ello hoy pondrá en marcha una nueva y amplia crisis de Govern que podría alcanzar a media docena de personas. De hecho, el principal problema es que no tiene tiempo para debates internos, faltan ochenta días para la fecha elegida del 1-O, y la intendencia para la votación no puede demorarse. Así que quiere un Govern a su medida.
De ahí que ayer iniciara la enésima ronda de contactos con los consellers del PDECat aprovechando el pleno del Parlament. Las idas y venidas al despacho del president se convirtieron en lo más parecido a la pena del telediario. Puigdemont había asegurado el miércoles que emprendería una reorganización de competencias en el Govern para concentrar la ejecución del referéndum en un departamento. El objetivo era señalar a Oriol Junqueras como gestor del referéndum, pero ayer el problema superó las soluciones previstas. Una comisión interdepartamental, tal y como planteaban los republicanos con el fin de tomar decisiones colegiadas, no acababa con los problemas en el PDECat. A la reorganización competencial se sumaba, de este modo, la gestación de una nueva crisis de Govern, que veinticuatro horas antes el mismo president consideraba “innecesaria”, en la que cada uno de los socios mueve sus fichas. ERC blindándose ante lo que consideran problemas internos del PDECat, y el PDECat condicionando sus sacrificios a los de los republicanos.
Carles Puigdemont llegó al palacio del parque de la Ciutadella al filo del mediodía, y llamó a consultas, por separado, a la consellera de Gotrándose vernació, Meritxell Borràs; a la de Presidència, Neus Munté; al nuevo titular de Cultura, Lluís Puig, y al de Territori i Sostenibilitat, Josep Rull, que, de hecho, pasó varias veces por el despacho durante la jornada. También se reunió con Oriol Junqueras y por la tarde lo hizo igualmente con la coordinadora general del PDECat, Marta Pascal, con quien en los últimos días ha tenido especial interés en que se le viera caminando desde el hemiciclo a su despacho y viceversa.
La dirección del PDECat ha puesto sobre la mesa del president su apoyo al proceso, pero también ha hecho suyas algunas de las demandas de los consellers que manifiestan dudas sobre la ejecución del referéndum para continuar en el ejecutivo. El malestar comenzó por los comités paralelos para la toma de decisiones y ha acabado concen- en la demanda de que “el peso del sacrificio político no lo puede asumir el PDECat en solitario”. Para los republicanos, no hay debate. Los consellers de ERC están “dispuestos a ir a la cárcel, todos, sin excepción”, sostienen, así que devuelven la pelota al tejado de Puigdemont, aunque no se descarta que caiga también un miembro del Govern de las filas republicanas.
El president intentaba ayer la cuadratura del círculo con “el sondeo definitivo” a su partido, consciente de que ha puesto en jaque la legislatura. En todo caso, y para evitar conjeturas, Artur Mas garantizó a primera hora de la tarde su apoyo a Puigdemont, “haga lo que haga”, así como “el del partido” que él mismo preside, pero la procesión iba por dentro de la formación, de nuevo puesta en entredicho.
Los nombres que se da por hecho que podrían abandonar el Govern son Neus Munté, Meritxell Ruiz y el secretario del Govern, Joan Vidal de Ciurana. También estarían dispuestos a dejar el Govern Jordi Jané y Meritxell Borràs. A excepción de Jané, ninguno de ellos participó el miércoles a última hora de la tarde en una reunión en el Palau de la Generalitat. Se citaron con Puigdemont y Marta Pascal, Santi Vila, a quien el president ya promocionó con la caída de Baiget; el citado Jané, y Rull, que previsiblemente ganará peso en el nuevo Govern. Con la excepción del conseller de Territori i Sostenibilitat, ninguno de estos pasó ayer por el despacho de Puigdemont en el Parlament.
El encaje de funciones se ejecutará hoy y el argumento que se empleará es que, llegados a los dieciocho meses del Govern, los consellers han cumplido con su cometido. Se trata de un intento de preservar la trayectoria política de los consellers que se bajan del carro.
“Esto no es un Baiget”, señalaron desde el Palau de la Generalitat, en referencia a la velocidad con la que se solventó la anterior crisis. La dificultad añadida es encontrar sustitutos para asumir unos cargos en los que lo que se reclama es el sacrificio político y no la valía en la gestión. Puigdemont suspendió todos los
La salida de Munté, Ruiz, Jané y el secretario del Govern se da por hecha ERC esquiva la crisis alegando que todos sus consellers están “dispuestos a ir a prisión”
actos de su agenda previstos para hoy y, entre los consellers del PDECat, los únicos que no tienen fijados actos públicos son las conselleras Munté y Ruiz. En la cuenta de posibles sustitutos, el candidato con más números es el presidente del grupo parlamentario de Junts pel Sí, Jordi Turull, como posible relevo de Munté en Presidència, y no se descartan otros nombres como los de Albert Batet y Joaquim Forn.
Desde el PDECat señalan, en este contexto, que el golpe al partido no es menor, ya que la situación pone en evidencia su compromiso con el referéndum y alimenta el discurso de los republicanos de que sólo ellos están dispuestos a llegar al final. Y, además, sin cuestionar al president Puigdemont. En las filas del PDECat también se sostiene que el mejor escenario para ERC son unas elecciones ante la imposibilidad de culminar el proceso soberanista.
Elproblema en el PDECat no es nuevo. El día de la salida de Jordi Baiget del Govern, fue Artur Mas quien advirtió a los consellers del PDECat que debían valorar sus prioridades personales para seguir adelante. Y, desde hace semanas, el propio Puigdemont ha ido contactando con los consellers, recogiendo adhesiones pero también críticas a la estrategia que desarrolla de la mano con Oriol Junqueras y un comité invisible ajeno al Consell Executiu. El otro elemento clave es la asunción de responsabilidades penales. Algunos consellers se mostraban dispuestos a asumir condenas por inhabilitación, pero no penas de prisión por delitos de malversación, ni a afrontar reclamaciones patrimoniales del Tribunal de Cuentas, situación en la que se encuentran ahora los condenados del 9-N.
Las entidades soberanistas, mientras tanto, no se han mantenido ajenas a los movimientos que se estaban produciendo en el seno del Govern y han coincidido en la necesidad de que los consellers que pudieran tener dudas se aparten de la primera línea. Aunque el presidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sànchez, intentó dulcificar la situación, hasta el punto de valorar que “apartarse a tiempo si uno cree que no puede asumir esta tarea es también un gesto de gran valentía y honestidad” y de considerar una obligación del presidente de la Generalitat “reorganizar todo lo que crea que hay que organizar si es necesario” para garantizar que el 1-O se pueda votar. Y, en la misma línea pero con mayores dosis de contundencia, el presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, avisó que “aquel que por cuestiones personales no esté en disposición de aportar el cien el cien hará muy bien en decir que no lo puede asumir” y dejar paso.