Crónica de una noche de gala en el palacio de Buckingham
El banquete de Isabel II a los Reyes
Cenar en el palacio de Buckingham es como entrar en el olimpo de la realeza. El miércoles a las 7.30 de la tarde, hora local, mientras miles de turistas se hacían fotos con el fondo del majestuoso edificio y su mítico balcón, las verjas negras coronadas con puntas de flecha doradas, abrían sus puertas para dar paso a los 150 invitados al banquete de Estado con el que Isabel II obsequió a los reyes de España. La entrada al edificio se realiza por una puerta lateral, dentro de un patio interior, lejos de la vista pero cuando esperas una escalinata de mármol, te encuentras sólo una escalera forrada con moqueta. La cena debe empezar a las 8.30 pero los invitados que no residen en palacio son convocados con 45 minutos de antelación. Al llegar te facilitan una especie de libro de instrucciones, donde se marca la posición en la mesa de cada invitado así como los nombres de todos los presentes y quiénes forman la procesión que seguirá los pasos de las dos parejas principales: Isabel II y Felipe VI y la reina Letizia y el duque de Edimburgo. La espera, en la llamada Picture Gallery, permite comprobar que mucho Buckingham, mucho Buckingham pero en todo el palacio no hay ni un solo espacio con el empaque del Salón del Trono o la sala de Columnas del Palacio Real de Madrid. Sirven champán rosado y agua con limón. Los Reyes, parte de su séquito, así como el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis y miembros de su delegación se han alojado en Buckingham y alguno cuenta que está viviendo un sueño a lo Downton
Abbey, ya que, además de habitación con vistas al Mall, las señoras tienen a su disposición una doncella, y los caballeros, un ayuda de cámara.
En esas, avisan de que ya se puede pasar a saludar a las dos parejas reales que esperan en una sala de paso entre la Picture Gallery y el salón de baile donde se celebrará el banquete. Los invitados dan una tarjeta que a su vez han recibido junto al libro de instrucciones, en la que consta su nombre para que el jefe de protocolo lo lea en alto y las reales personas sepan a quién saludan. La reina Isabel, con vestido blanco y azul, a jue-
Felipe de Edimburgo, de 96 años, pero aún curioso y galante, recibió las atenciones de la reina Letizia