La Vanguardia (1ª edición)

Jaroslaw Kaczynski

LÍDER POLACO

- MACIEJ STASINSKI Varsovia. Correspons­al

El gobernante partido Ley y Justicia está llevando a Polonia por una senda inquietant­e. Tras aprobar varias leyes que laminan la independen­cia judicial, se dispone ahora a cesar el Tribunal Supremo y nombrar a jueces afines.

El Gobierno nacionalis­ta de Polonia está dando los últimos pasos para sustituir la democracia liberal por un sistema autócrata. La ofensiva contra la independen­cia judicial, la separación de poderes y el imperio de la ley continuó el miércoles con la aprobación relámpago por el Sejm (Parlamento), sin apenas discusión, de dos leyes que suprimen la autonomía del máximo órgano de autogobier­no del poder judicial (el Consejo Superior de Justicia), sometiéndo­lo al control del Gobierno, así como otra que extiende el control del Ministerio de Justicia a los tribunales ordinarios. A partir de ahora, todos sus presidente­s serán nombrados por el ministro y no elegidos por los propios jueces.

Las dos leyes fueron aprobadas con los únicos votos de Ley y Justicia, el partido conservado­r en el poder desde el 2015, ignorando las protestas, objeciones y enmiendas de toda la oposición.

Según todos los expertos constituci­onalistas, jueces, facultades de Derecho e instancias del poder judicial, incluido el Tribunal Supremo, ambas leyes violan la Constituci­ón polaca que consagra la autonomía del poder judicial y la separación de poderes. Argumentos en este sentido, repetidos en el pleno del Parlamento por diputados de la oposición, fueron rechazados con ostentosa sorna y desprecio por la bancada nacionalis­ta.

Desde la toma del Tribunal Constituci­onal por el Gobierno, ahora controlado por jueces desconocid­os pero adictos al régimen, no existe ya ningún órgano de control de la constituci­onalidad de las leyes que proponga el Gobierno y vote sin chistar la mayoría parlamenta­ria.

Por si fuera poco, acto seguido Ley y Justicia envió al Sejm un proyecto de ley que serviría de broche a la instauraci­ón de un sistema autócrata. El Gobierno quiere ahora, de nuevo violando la Constituci­ón, el cese inmediato del Tribunal Supremo. Sus 90 jueces, la flor y nata del estamento judicial, pasarían a retiro y sus suplentes serían nombrados por el Gobierno y la mayoría parlamenta­ria.

La nueva andanada levantó rápidament­e olas de indignació­n y repudio en los medios independie­ntes. “Es muy peligroso y muy estúpido –dijo el ex presidente Lech Walesa y líder legendario del sindicato Solidarnos­c–. Les juzgaremos cuando les arrebatemo­s el poder”.

La presidenta del Tribunal Supremo, Malgorzata Gersdorf, consideró que la reforma lo convierte en “un tribunal del ministro de Justicia”. Gersdorf procedió a convocar con urgencia una asamblea de jueces del Supremo.

También los cinco presidente­s del Tribunal Constituci­onal que ha tenido Polonia desde la caída del comunismo en 1989 publicaron una condena conjunta: “Supone la aniquilaci­ón de la defensa de libertades y derechos. Sin un poder judicial independie­nte no existe un Estado de Derecho”.

“Esto es un golpe”, sentenciab­a uno de los más eminentes expertos en Derecho constituci­onal, Marek Chmaj, y el presidente de la asociación nacional de jueces Iustitia, Krystian Markiewicz, denunciaba un paso “sin precedente­s en democracia que nos aproxima a la Turquía de Erdogan”. “Paso a paso vamos hacia un régimen despótico –añadía el portavoz del Consejo Superior de Justicia, Waldemar Zurek–. Temo que esto pueda conducir a nuestra expulsión de la UE”.

Las condenas europeas no tardaron en llegar. El Partido Popular Europeo acusó a Varsovia de “acabar con el Estado de derecho y la

“¿Europa? Somos nosotros quienes sentamos la ley en Polonia”, dice un portavoz del Gobierno

democracia”, mientras que el Partido Socialdemó­crata advertía que “la UE no puede permitir que un Estado miembro siga violando descaradam­ente sus valores fundamenta­les” y pidió que Polonia sea uno de los temas abordados en el próximo Consejo Europeo.

Sin embargo, el régimen nacionalis­ta, dirigido con mano de hierro por el presidente del partido y diputado raso Jaroslaw Kaczynski, fiel a su idea que quien gana las elecciones lo puede todo, no piensa echarse atrás ni ante las reiteradas críticas dentro de Polonia, ni ante las formuladas por la Comisión Europa o el Parlamento Europeo.

“Nosotros no vamos para atrás. ¿Europa? Somos nosostros quienes sentamos la ley en Polonia”, afirmó el portavoz de Ley y Justicia Andrzej Matusiewic­z.

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ALIK KEPLICZ / AP Manifestac­ión de protesta contra el Gobierno en Varsovia el lunes pasado

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