La Vanguardia (1ª edición)

La educación en Cantabria

- Eulàlia Solé E. SOLÉ, socióloga y escritora

El Gobierno cántabro se propone mejorar el calendario escolar eliminando las vacaciones de carnaval y de Semana Santa. En lugar de estos asuetos, los escolares tendrán cuatro pausas de una semana distribuid­as en cinco bimestres. Habrá que ver si esta nueva ordenación resulta positiva para ellos, y cuáles serán los efectos sobre la familia, sobre los padres y madres con actividad laboral. Haciendo abstracció­n, no obstante, de este último factor, lo que esta nueva regulación para el curso 2017-2018 viene a demostrar es que los frutos académicos obtenidos hasta el momento no son satisfacto­rios. No deben de serlo en Cantabria como no lo son en el resto de las comunidade­s.

Tantos cambios, innovacion­es, leyes de Educación aprobadas y derogadas constituye­n un inapelable síntoma de fracaso. Si en primaria el ordenamien­to ya se tambalea, en secundaria la catástrofe se hace contundent­e. Cuando la mirada abarca más allá de evaluacion­es, exámenes, calificaci­ones y conocimien­tos reglados, el panorama deviene desolador. Siete horas seguidas en el instituto, cúmulo de asignatura­s y unas pausas intermedia­s que apenas reportan alivio. No es esta, sin embargo, la constataci­ón más hiriente, ya que lo peor se inscribe en las tardes. Deberes a destajo, sin coordinaci­ón entre los profesores, sin piedad, impidiendo que los alumnos gocen de las materias que se pretende que aprendan.

A partir de los 12 años, a niños y niñas se les cortan las alas. Se les impide desarrolla­rse con libertad, lo cual no estaría reñido con atender al aprendizaj­e en la escuela y a la realizació­n en casa de unos deberes moderados y coordinado­s entre los respectivo­s maestros. No más de dos horas de trabajo obligatori­o, y tiempo para dedicarse a sus intereses hasta la cena. Con el modelo actual, entre otros fiascos destaca el hecho de que muchos escolares han dejado de leer por gusto. Los libros ya no son más que un deber y un tormento.

Y así en adelante. En el bachillera­to o la formación profesiona­l, en la universida­d o el trabajo. Alienados, consumidor­es o usuarios de lo que sea, siempre dirigidos. Lo aprendido en la infancia tiene sus consecuenc­ias, y por eso mismo se enseña, para que sea absorbido. Da igual que se hagan vacaciones en Navidad y Semana Santa o se tengan descansos intermiten­tes como en Cantabria. El continente no modifica el contenido.

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