La Vanguardia (1ª edición)

La ola de calor dispara la mortalidad de las aves que crían en las ciudades

Pollos que están bajo las tejas o muchas horas al sol saltan del nido desesperad­os

- ANTONIO CERRILLO

Las olas de calor están teniendo también unas víctimas menos conocidas: las aves. Así lo ha podido detectar especialme­nte este año el centro de recuperaci­ón de fauna salvaje de Majadahond­a (gestionado por el Grupo de Rehabilita­ción de la Fauna Autóctona y su Hábitat, Grefa). Los ingresos de aves en este centro se han disparado a causa de los golpes de calor que sufren los pollos recién nacidos o las pequeñas aves que aún no tienen autonomía para volar. Las altas temperatur­as afectan especialme­nte a los vencejos, pero también a cigüeñas, golondrina­s, aviones o gorriones.

En general, el problema lo sufren más las aves migratoria­s que crían en las ciudades y que suelen desarrolla­r sus polluelos justo cuando se produce la subida de temperatur­as. “Hay polluelos que crían bajo las tejas de casas o que pasan tres o cuatro horas bajo el sol, hasta que al final saltan del nido por desesperac­ión”, explica Isabel Moreno, cuidadora del centro de Grefa, responsabl­e de su campaña de animales huérfanos.

“La cifras de animales ingresados en junio han sido muy superiores a las de un mes normal y a las de los meses de junio de años anteriores. El mismo aumento se observa en julio”, explica Fernando Garcés, miembro de Grefa. El centro lleva ya recogidos más de 1.000 ejemplares desde que se inició la temporada de cría, y de esa cifra unos 600 han sido rescatados desde mediados de junio.

El golpe de calor lo sufren sobre todo las aves que hacen sus nidos en edificios o instalacio­nes levantadas por el hombre. El problema se origina en las construcci­ones con mal aislamient­o térmico y también en nidos sometidos a una fuerte insolación o mal situados u orientados. Muchas aves crían en pequeñas grietas no muy profundas en edificios de hormigón, en donde se acumula el calor del día. Son lugares que no reúnen las condicione­s para que los pollos prosperen. “En todos estos casos, los pollos sufren el calor y cuando buscan apresurada­mente un lugar más fresco o intentar volar, se precipitan desde sus nidos”, añade Garcés. En todos estos casos, suelen ser ejemplares que aún no se han desarrolla­do o que no tienen la capacidad para volar solos. Estos efectos no se dan en el caso de las aves adultas, que tienen estrategia­s contra el calor: saben colocarse en lugares ventilados, ascienden en busca de corrientes frescas o saben encontrar la sombra.

Al tratarse de aves muy urbanas, son los propios ciudadanos quienes las recogen en la calle y las trasladan hasta este centro de recuperaci­ón de animales, cada vez popular en Madrid. Se dan casos de animales que han caído desde la planta 11 de un edificio. “Los pájaros llegan, muchas veces, deshidrata­dos, con fracturas en las alas o en las patas”, añade Isabel Moreno. Ante “la gran cantidad de fauna que entraba en nuestro centro como consecuenc­ia de la ola de calor”, Grefe remitió una carta al director general de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, Diego Sanjuanben­ito, en la que le solicitaba su colaboraci­ón urgente. Sin embargo, según la entidad conservaci­onista, han recibido “la callada como respuesta”. “Llevamos unas semanas casi sin respiro para poder a atender tantos animales que ingresan en nuestro hospital de fauna salvaje. Se junta la época de cría y las altas temperatur­as”, dice un portavoz de Grefa.

El centro de rescate de animales de Grefa en Madrid está colapsado por ejemplares deshidrata­dos o heridos

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GREFA Vencejos en el hospital y centro de rescate de animales salvajes de Grefa en Majadahond­a (Madrid), a punto de ser atendidos

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