La Vanguardia (1ª edición)

Muy Buenas saluda de nuevo

El bar modernista del Raval vuelve a saludar tras un año de reformas y medio más de trámites burocrátic­os

- BEATRIZ JIMÉNEZ NÁCHER Barcelona

Cuando Enric Rebordosa y Lito Baldovinos quisieron volver a levantar el bar Muy Buenas sabían lo que se les venía encima. Sabían que no sería fácil pero, como les pasa a las personas apasionada­s, estaban dispuestos a todo. Finalmente, tras medio año de tira y afloja burocrátic­o, y un año más de restauraci­ón del simbólico bar de principios de siglo, “Muy Buenas” es lo que vuelve a rezar el marco de la fachada. Todos los muebles vuelven a descansar en su lugar original: la mampara de pino reluce, la marmórea barra de bar ofrece sus licores y las lámparas de época se encienden como si nada hubiera ocurrido. Enric y Lito toman asiento y vuelven a comprobar, con satisfacci­ón, que el tiempo se detiene de nuevo en el número 63 de la calle del Carme. Un local que, a pesar de ser muy famoso en su época, estuvo a punto de desaparece­r.

Ocurrió hace tres años, cuando el arrendatar­io desvalijó el espacio y lo abandonó a su suerte, al parecer, por una discrepanc­ia con el propietari­o. El Ayuntamien­to de Barcelona intervino y le abrió un expediente de restitució­n de bienes. “Con la ayuda de diez hombres se llevó la barra de mármol original, de dos toneladas de peso. Cuando la devolvió, tuvimos que cortar la calle para que una grúa la levantara del suelo y la pusiera en su lugar”, explica Enric, apoyándose sobre uno de los centenario­s tiradores de cerveza. “Lo dejó todo roto, habían trozos de madera y cristales por todo el suelo”. Tampoco fue fácil –prosigue– volver a montar la gran mampara de pino. Tuvieron que reconstrui­r los trozos que se soltaron al extirparse la pieza de la pared, luego sacar la capa de barniz y, finalmente, volver a homogeniza­r el color.

Para llevar a cabo esta titánica empresa se han involucrad­o artesanos de primer nivel. Artesanos con nombre y apellido. Se trata de un equipo humano que sigue trabajando los materiales como antaño, entre los que se encuentran Iván, ebanista de Lleida, Jorge, con larga dedicación a las vidrieras de Gaudí, Maribel, entregada al latón como ya no se encuentran, y Rosma, que rescató unas baldosas hidráulica­s modernista­s para que lucieran en el “Muy Buenas”. Todos ellos, con la confianza de inversores y el empeño de Lito y Enric, al frente del Grup Confiteria, han renovado un escenario histórico y patrimonio de todos.

“El objetivo desde el principio fue que el espacio hiciera sentir el espíritu de la época, armonizar los objetos artesanos, basados en el estilo de los años veinte, con los originales”, apunta Enric, mientras hurga en unos orificios de la

barra de mármol. “Por ejemplo, estos agujeros de la barra son el signo de que los años que han pasado, podríamos haberlos cubierto, pero es mejor que la gente los toque y se emocione”.

Lo primero que alertó a los vecinos fue la desaparici­ón del marco de pino de la fachada, cuidadosam­ente tallada, y que destacaba entre los locales de la calle del Carme. Al restaurarl­a, encontraro­n que el letrero original estaba debajo de uno nuevo, con algunas piezas de cristal rotas. Además, el rojo que lo cubría estaba desteñido por la exposición al sol . “El relleno de las letras está desdibujad­o porque, antes de que lo taparan, este cartel daba a la calle”. Enric camina hasta el fondo del local y descubre unas escaleras retirando una cortina, es el acceso a la parte superior del local, que se ha transforma­do en una atractiva coctelería. Al subir unos peldaños, las letras originales de “Bar Muy Buenas” vuelven a ver la luz encabezand­o la barra semicircul­ar, perfectame­nte restaurada­s. Se puede apreciar el paso de los lustros entre los restos de lo que una vez fue un carmín uniforme.

Al volver a la planta principal, asombra ver un último detalle que acaba de ambientar los felices años 20. Enric enseña la carta del bar con entrantes como “esqueixada de bacalao con olivas negras muertas y tomate”, una receta que pretende volver a los orígenes de la cocina catalana. “La elaboració­n de los platos se basa en un recetario de 1924. Nos dejamos de presentaci­ones y vamos al sabor directo, tal y como saboreaban los paladares de aquella época”. Nada mejor que degustar un plato así para viajar en el tiempo.

En la planta superior, las letras originales de “Bar Muy Buenas” vuelven a ver la luz encabezand­o la barra

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El rótulo original cuelga detrás de la coctelería del segundo piso
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XAVIER CERVERA

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