El topo de la FIFA
El 25 de noviembre del 2013, día en que la policía de Nueva York detuvo a Chuck Blazer, ex secretario general de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf), por haber cometido diversos delitos fiscales –entre los que se encontraban el fraude y el blanqueo de capitales– pocos se imaginaban que eso supondría el inicio de la mayor crisis de una de las instituciones deportivas más importantes del mundo, la Federación Internacional de Fútbol (FIFA). Blazer realizó diversas confesiones y se declaró culpable de diez delitos federales, entre los que se encontraba aceptar un soborno de 20 millones. De hecho, fueron esas confesiones, junto con algunas grabaciones que hizo con micrófono oculto, lo que dio los primeros indicios para que el FBI iniciara sus primeras investigaciones sobre la federación internacional, gestando así el llamado caso FIFA, el mayor escandalo de corrupción del fútbol mundial.
Chuck Blazer, conocido como el soplón, murió ayer en un hospital de New Jersey a la edad de 72 años a consecuencia de un cáncer de recto, según han informado sus abogados.
En Estados Unidos el ex secretario general de la Concacaf era también conocido por conseguir que una institución deficitaria, como era la federación antes de su llegada, diera cuantiosos beneficios. Además, hasta su detención, gozaba de un gran nombre dentro del mundo del fútbol al haber conseguido grandes contratos televisivos para la MLS, la liga principal profesional de fútbol europeo en Estados Unidos.
Los conocidos de Blazer lo describen como un bon vivant. Dicen que comía en los mejores restaurantes de las ciudades a las que iba, algunos afirman que en grandes cantidades, y que solía pasearse con un loro al hombro.
Hoy el mundo del fútbol debate sobre su figura. Mientras algunos lo ven como el arrepentido que puso las bases para acabar con la corrupción en la Federación Internacional de Fútbol, otros creen que fue un mal que reportó millones de dolares en beneficios.
Acusado de delito fiscal, sus confesiones ante el FBI destaparon la corrupción en la FIFA