Cuba regresa al olimpismo
Cuestiones políticas habían apartado a Cuba de las citas olímpicas de Los Ángeles’84 y Seúl’88. Para la isla que dirigía con mano de hierro Fidel Castro, los Juegos de Barcelona representaron su regreso al olimpismo. Estadounidenses y cubanos no se había visto las caras en unos JJ.OO. desde Montreal’76 y Joaquim Ibarz, enviado especial de La Vanguardia a La Habana, explicaba que “la presencia antillana en la capital catalana tras una ausencia de doce años en unos Juegos tiene gran proyección por su supremacía absoluta en el deporte iberoamericano, pero también por la crisis extrema que sufre la isla y por las expectativas que hay en el interior y exterior del país sobre un pronto derrumbe de la dictadura castrista”. Castro no cayó con rapidez, pero los atletas cubanos sí estuvieron en la Vila Olímpica del Poblenou con una representación total de 192 deportistas que compitieron en 17 disciplinas. Javier Sotomayor era su mejor referente y el saltador no falló con un salto de 2,34 metros que le dio el oro en su primera partipación en unos Juegos, mientras que la mediofondista Ana Fidelia Quirot lograba el bronce en los 800 metros. En boxeo, Teófilo Stevenson fue invitado por la familia olímpica para ver en directo la victoria de su compatriota Félix Savón, de 22 años, nuevo ídolo cubano.
Al margen de la actualidad deportiva, Hugh Hudson, realizador de Carros de fuego, rompió su compromiso con el comité organizador y renunció a realizar la película de los Juegos. El encargado de recoger el relevo fue el cineasta español Carlos Saura, que dirigió Marathon, una cinta de dos horas “en las que he intentando reflejar el esfuerzo humano, que a veces se olvida cuando se habla del atletismo. He buscado la emoción del esfuerzo”.