“Nada nos separará jamás”
Macron testimonia a Donald Trump “una amistad que atraviesa el tiempo”
Donald Trump embarcó ayer contento a las 12.20 de la mañana en su enorme coche blindado de vuelta a casa. Acosado en su país, las 30 horas pasadas en París invitado de honor al desfile del 14 de Julio, centenario de la crucial intervención norteamericana en la Primera Guerra Mundial, han sido para él un manifiesto alivio. “En París me he olvidado de todo”, dijo el presidente de EE.UU.
El joven presidente Emmanuel Macron le despidió tras el desfile, en la plaza de la Concordia, con algo muy parecido a la fórmula de Barcelona’92: amigos para siempre. “Nada nos separará jamás”, le dijo Macron en su breve y último discurso, evocando “una amistad que atraviesa el tiempo”.
Ha habido más que química entre estos dos personajes a los que hace bien poco nadie esperaba en sus actuales funciones. El cortejo de Macron a Trump ha sido un calculado acto de vasallaje. Una mano tendida entre tanta hostilidad a este Presidente-Ovni autócrata que se ha retirado del más importante acuerdo internacional de nuestro tiempo y que ha aumentado la loca carrera nuclear de la forma más insensata.
En medio de una inusitada profusión de palmadas en la espalda y apretones de mano, Macron llegó a loar el “papel de Estados Unidos en Irak”, precisamente mientras las tropas americanas y francesas que apoyan al ejército de ese país culminaban el sitio y toma de Mosul, con 10.000 muertos y 700.000 desplazados, un Alepo no criminalizado. Macron hasta respondió en inglés algunas preguntas de la prensa, en el Elíseo, lo nunca visto.
El presidente francés también recibió cumplidos de Trump, algunos de ellos francamente embarazosos: “Es un gran líder”, “un tipo duro”, con el que dijo tener algunas cosas en común. “En Estados Unidos también reducimos las reglamentaciones y atacamos la burocracia”, precisó.
Sin duda la concepción tecnocrática y empresarial de la política ha sido reconocida por Trump, el presidente del país que la inventó. Macron ha manejado muy hábilmente los puntos en común y, lo más increíble, podría obtener algún resultado. En Siria, si el Pentágono deja de reventar los frágiles acuerdos de Trump con los rusos sin los cuales no habrá paz, los dos presidentes lanzarán una iniciativa diplomática. Francia, que perdió la guerra de Siria apoyando a los parientes de sus yihadistas (aquello “no fue eficaz”, dice Macron), quiere participar en la posguerra. Y a base de palmaditas, quién sabe, hasta el criminal climático Trump (la caracterización es del ministro de Ecología francés) podría repensarse su actitud hacia el acuerdo de París, según él mismo sugirió vagamente. Cuando son mucho más fuertes que tú, a los autócratas hay que seducirlos, no ponerles cara de perro, como le hace Merkel.
Si esos son los posibles resulta- dos de estas 30 horas, mucho más significativo parece el mensaje subliminal lanzado por Macron. Un mensaje dirigido a Merkel: “Si no cedes, tengo un padrino que puede apoyar una presión francesa más enérgica en Europa”. Merkel sólo puede haber leído así este
amigos para siempre alimentado por el chef Alain Ducasse y regado con borgoña en el segundo piso de la wonderful torre Eiffel.
La víspera de esta doble cumbre (el jueves en París Merkel y
AGASAJADO “En París me he olvidado de todo”, confiesa con alegría el presidente de EE.UU.
HOMENAJE Francia celebra cien años de la intervención norteamericana en la Gran Guerra
Trump coincidieron sin mezclarse), Macron lanzó su mensaje en una entrevista con Ouest-France y varios medios alemanes: “Alemania tiene que menearse, nosotros debemos hacer reformas (las estamos haciendo), pero Berlín se beneficia de las disfunciones de la zona euro y debe acompañar el esfuerzo con un relanzamiento de la inversión pública y privada en Europa”.
Este ha sido el verdadero resultado del encantador de serpientes Macron ante un Trump manifiestamente falto de cariño. Y es como si los franceses, que en los sondeos detestan a Trump en un 80%, hubieran entendido el juego del joven del Elíseo: en un 61% dicen apoyar la invitación a Trump al desfile, y, a diferencia de los británicos, no le han organizado manifestaciones de protesta en París.
El presidente norteamericano es un hombre asediado en casa, pero no a causa de la fantasmagórica ingerencia rusa en las elecciones. El establishment americano no hizo cuestión ni de los contactos de Clinton con los ucranianos en busca de kompromats contra Trump, ni mucho antes de los contactos de Ronald Reagan con el Irán revolucionario para postergar la libertad de los rehenes de Estados Unidos en Teherán en 1980, o los sabotajes de Richard Nixon a las conversaciones de paz sobre Vietnam en Ginebra a finales de los sesenta, por citar algunos precedentes. Trump tenía razón cuando dijo el jueves, respondiendo a una pregunta sobre los contactos rusos de su hijo, que “la política no es el lugar más bonito del mundo”. Todos los hombres de poder practican ese tipo de juego sucio contra sus adversarios. El delito de Trump no es ese, sino el que con gran exactitud ha formulado el ex secretario del Tesoro de Clinton, Lawrence Summers, un hombre que no divulgaba e-mails rusos, sino que redactaba las leyes del Kremlin en materia de privatización en los años noventa.
“Trump –ha dicho Summers– está socavando la idea de que Estados Unidos tiene que liderar la comunidad internacional, principio
ALEMANIA El mandatario francés da afecto al de EE.UU. a cambio de una idea de poder en Europa
central de la política exterior americana desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”.
El tema no es la injerencia rusa, ridícula al lado de la de Estados Unidos en Rusia, sino la pelea interna del establishment americano acerca de las enmiendas a la mundialización en una época en la que la enorme potencia de EE.UU. está topando con claros límites.
La pregunta es ¿qué política exterior para ese eterno America first que es la mundialización, juego en el que entran nuevos actores, y más hábiles, como China? ¿Quién es el enemigo principal? ¿China? ¿Rusia? ¿Podemos contra ambos? La comunidad de la seguridad americana (Pentágono, CIA, NSA...) tiene sus propias respuestas a todo ello. Y no son las mismas que Donald Trump intenta dibujar.